¿Qué tonterías dicen los economistas, eh?
¿Qué tonterías dicen los economistas, eh?
Y qué inútiles sus modelos. Pues estos días estáis viendo por qué no conozco ni un caso de economista de prestigio que apoyara el programa económico de Trump.
Mankiw tenía razón. JFV tenía razón. Krugman también, Maurice Obstfeld tambien Olivier Blanchard tambien y un largo etc.
1. Mankiw
Economistas como Greg Mankiw critican la falta de comprensión de Trump sobre economía internacional,
Un consejo para Trump: pregúntele a un economista
Por N. Gregory Mankiw
14 de marzo de 2017
Michael Flynn, quien se desempeñó por un corto periodo como asesor de seguridad nacional del presidente Trump, le dio al menos un excelente consejo.
Según reportes de prensa, Flynn recibió una llamada del presidente a las tres de la mañana. Trump quería hacerle una pregunta importante: ¿Qué es bueno para la economía, tener un dólar fuerte o uno débil?
Flynn tiene experiencia en el ejército, no en macroeconomía, así que respondió que no sabía. Le sugirió al presidente consultar a un economista.
Así de sencillo.
A juzgar por las personas con las que Trump ha decidido rodearse, parece que el nuevo presidente prefiere no hablar con economistas de carrera. Aunque quizá le tome tiempo, es probable que en algún momento por fin designe a los tres miembros de su Consejo de Asesores Económicos, como establece la ley. (Se dice que el presidente del consejo sería Kevin Hassett, del American Enterprise Institute. Una buena elección). Analicemos algunos aspectos que estos economistas podrían aclararle al presidente desde su primera reunión.
La economía en su conjunto está en buenas condiciones. A Trump le gusta decir que “heredó un desastre”. Esta afirmación podría describir el caso del presidente George W. Bush, quien asumió la presidencia tras la explosión de la burbuja de las “puntocom”. También podría aplicarse —y de manera muy precisa— al presidente Barack Obama, quien fue electo durante una crisis financiera.
Pero en este momento no aplica en absoluto. La tasa de desempleo es de alrededor del cinco por ciento, aproximadamente la cifra que muchos economistas consideran sostenible a largo plazo. Por su parte, la inflación es casi del dos por ciento, el objetivo de la Reserva Federal. Estos son hechos reales, no alternativos.
Trump podría intentar reducir aún más la tasa de desempleo a través de recortes significativos a los impuestos y un amplio gasto en infraestructura. Sin embargo, lo que menos necesita ahora la economía es una gran expansión en la demanda total de bienes y servicios. Esto podría producir un alza en la inflación o, lo que es todavía más probable, hacer que Janet Yellen, la presidenta de la Reserva Federal, decida aumentar las tasas de interés más pronto y a niveles más altos de los que planea por ahora.
Es probable que el crecimiento sea moderado en el futuro. Trump está en lo correcto cuando se lamenta porque el crecimiento durante la fase de recuperación actual ha sido bajo en comparación con los datos históricos. Pero puede ser muy difícil revertir las causas que han propiciado esta situación.
Una de ellas es la demografía. En décadas anteriores, el porcentaje que los adultos representaban dentro de la población económicamente activa iba en aumento, en parte debido a los cambios rápidos respecto al papel de la mujer dentro de la sociedad y en parte debido a que la generación nacida tras la Segunda Guerra Mundial comenzaba a llegar a la edad para ingresar al mercado laboral. Ahora, la mujer tiene un papel más estable y esa generación está en edad de jubilarse. Además, en vista del enfoque de “nacionalismo económico” del presidente, es muy poco probable que en el futuro se sumen tantos trabajadores inmigrantes como ha ocurrido en el pasado. Si el crecimiento en la fuerza laboral es más moderado, es esperable que el producto interno bruto también crezca a un ritmo más pausado.
Otro factor que contribuye a que el crecimiento económico sea más lento es el declive en el crecimiento de la productividad, un fenómeno que no solo se ha observado en Estados Unidos sino en la mayoría de las economías avanzadas. No se sabe a ciencia cierta por qué ocurrió esta desaceleración, pero hace poco escuché una explicación en un seminario que dio el economista Charles Jones de la Universidad de Stanford.
Según un artículo reciente de Jones y otros tres autores, el número de estadounidenses que se dedican a la investigación ahora supera en más de veinte veces el número que lo hacía en los años treinta. Y, sin embargo, en el crecimiento de la productividad no ha ocurrido una explosión similar. Su interpretación es que cada vez es más difícil tener grandes ideas. Por desgracia, nada indica que esta situación vaya a cambiar en el futuro próximo.
Sin duda, Trump puede tomar algunas medidas para promover el crecimiento. Sus planes de llevar a cabo una reforma fiscal y legislativa, si se ejecutan bien, podrían representar un avance en la dirección adecuada. Pero dadas las tendencias demográfica y tecnológica, debería actuar con cautela y no crear grandes expectativas sobre lo que puede lograrse solo con políticas.
No existe una solución sencilla para el problema de los salarios estancados que sufren los partidarios del presidente. La victoria de Trump se debe en gran medida al apoyo que le brindaron los estadounidenses blancos de clase trabajadora. De acuerdo con el Centro de Investigaciones Pew, Hillary Clinton obtuvo nueve puntos porcentuales más de votos de los electores que cuentan con una carrera universitaria, mientras que Trump ganó los votos de quienes no tienen título de grado por una diferencia de ocho puntos porcentuales.
Es fácil explicar esta división. Desde la década de 1970, el ingreso promedio de los ciudadanos con un nivel más alto de escolaridad ha aumentado en gran medida. En contraste, el ingreso de quienes tienen menos educación, ajustado por la inflación, se ha mantenido estancado. Para ellos, lograr que Estados Unidos sea grandioso de nuevo es un lema de campaña convincente.
La pregunta es si Trump puede alterar estas tendencias inquietantes. Unos cuantos economistas opinan que la principal causa del problema son los defectos de los tratados comerciales, como ha dicho en repetidas ocasiones el presidente. Un factor todavía más importante es el que los economistas llaman cambio tecnológico sesgado hacia el trabajo calificado.
Cuando los empresarios presentan tecnologías nuevas como robots, por ejemplo, lo más probable es que esos avances remplacen a los trabajadores menos calificados. Al mismo tiempo, se necesita a los trabajadores calificados para poner en marcha y mantener las nuevas tecnologías. Conforme baja la demanda de trabajadores no calificados y aumenta la demanda de los calificados, la brecha salarial se hace mayor.
La solución es ayudar a la fuerza laboral a adquirir más destrezas a través de una mejor educación y capacitación. Pero es más fácil decirlo que hacerlo.
Por cierto, hablemos del dólar. Por último, los economistas del presidente tendrán que responder la pregunta que este le hizo a Flynn respecto del dólar. La versión sencilla de esa respuesta podría ser algo así: el valor del dólar en los mercados de divisas es solo un precio. Al igual que otros precios, algunos ganan y otros pierden cuando cambian. No sirve de nada preguntarse si el hecho de que el dólar sea más fuerte o más débil es bueno o malo. Lo que hace falta es analizar la situación e identificar los factores que provocaron el cambio.
Estas son algunas de las cosas que un equipo de economistas podría aclararle a Trump. Esperemos que decida designarlos pronto.
N. Gregory Mankiw es profesor de economía en Harvard y dirigía el Consejo de Asesores Económicos durante el gobierno de George W. Bush.
https://www.nytimes.com/es/2017/03/14/espanol/un-consejo-para-trump-preguntele-a-un-economista.html
Trump dice que vale la pena enfrentar el costo de la recesión. Los economistas discrepan
El presidente Trump y sus asesores dicen que sus políticas pueden causar dolor a corto plazo, pero que producirán grandes ganancias con el tiempo. Muchos economistas se muestran escépticos ante estos
argumentos. Los presidentes suelen hacer todo lo posible por evitar las recesiones, hasta el punto de que evitan incluso pronunciar la palabra.
Pero el presidente Donald Trump y sus asesores han ofrecido en las últimas semanas un mensaje muy diferente. Sí, una recesión es posible, han dicho. Quizá una no estaría tan mal.
Howard Lutnick, secretario de Comercio, ha dicho que las políticas de Trump “valen la pena” aunque provoquen una recesión. Scott Bessent, secretario del Tesoro, ha dicho que la economía puede necesitar un “periodo de desintoxicación” tras hacerse dependiente del gasto público. Y Trump ha dicho que habrá un “periodo de transición” cuando sus políticas entren en vigor.
En parte, estos comentarios pueden reflejar un esfuerzo por alinear las declaraciones políticas con la realidad económica. Trump prometió acabar con la inflación “desde el primer día” y declaró, en su discurso de investidura, que “la edad de oro de Estados Unidos comienza ahora mismo”.
En lugar de ello, la inflación se ha mantenido firme, y aunque Trump lleva menos de dos meses en el cargo, los economistas advierten de que es probable que sus aranceles la empeoren. Las medidas de confianza de los consumidores y las empresas han caído en picado y los precios de las acciones se han desplomado, lo cual es atribuible en gran parte a las políticas de Trump y a la incertidumbre que han provocado.
“Es el tipo de lenguaje que utilizas cuando tu política no va bien y puedes ver que está perjudicando activamente a la gente”, dijo Sean Vanatta, historiador financiero de la Universidad de Glasgow, en Escocia.
El gobierno de Trump y sus partidarios sostienen que sus objetivos van más allá de los mensajes políticos. Afirman que pretenden reducir las importaciones, recuperar los puestos de trabajo en el sector manufacturero y “reindustrializar” la economía estadounidense. Incluso si hacerlo requiere precios más altos a corto plazo, argumentan, los trabajadores estadounidenses saldrán ganando al final.
“La compensación del dolor a corto plazo por la ganancia a largo plazo puede ser muy real y algo importante que hay que perseguir”, dijo Oren Cass, fundador de American Compass, una organización de investigación conservadora que ha respaldado muchas de las políticas económicas de Trump. “En realidad, es increíblemente alentador ver que podemos tener algunos líderes políticos dispuestos a hablar honestamente de ello”.
Pero incluso Cass se mostró crítico con el enfoque intermitente del gobierno respecto a los aranceles, que dijo que podía socavar la eficacia de dicha política.
Y aunque muchos economistas simpatizan con la idea de que los presidentes a veces deben causar dificultades temporales en la búsqueda de objetivos a largo plazo, pocos están dispuestos a defender el conjunto específico de políticas que está adoptando el gobierno de Trump.
“La idea del dolor a corto plazo para obtener beneficios a largo plazo no es una idea descabellada en sí misma”, dijo Greg Mankiw, un economista de Harvard que fue presidente del Consejo de Asesores Económicos del presidente George Bush. Pero las políticas comerciales de Trump, dijo, son “dolor a corto plazo para obtener más dolor a largo plazo”.
Guerras comerciales, aranceles y precios
Una forma de dolor a corto plazo que Trump y sus ayudantes han reconocido es que los aranceles elevarán el precio de los bienes importados. Bessent lo ha enmarcado como un paso necesario, aunque difícil, para desenganchar a la economía estadounidense de los productos extranjeros baratos, sobre todo los procedentes de China.
“El sueño americano no depende de las chucherías baratas de China”, dijo Bessent el domingo en Meet the Press. “Es más que eso. Y nos centramos en la asequibilidad, pero son las hipotecas, son los coches, son las ganancias salariales reales”.
Sin embargo, la mayoría de los economistas rechazan la idea de que la reducción de las importaciones vaya a dejar a los estadounidenses en una mejor situación general. Reconocen que la competencia de los productores extranjeros de menor costo ha perjudicado a algunas industrias estadounidenses, pero ha hecho a los estadounidenses más ricos en promedio: los precios más bajos son en realidad un aumento salarial, lo cual deja a los consumidores más dinero para gastar en bienes y servicios.
Pero incluso si el objetivo es reducir las importaciones, los economistas afirman que unos aranceles generalizados como los que Trump ha amenazado e impuesto serán ineficaces. Esto se debe a que los aranceles no solo afectan los bienes de consumo, sino también las piezas y materiales que los fabricantes estadounidenses utilizan para fabricar sus productos, lo cual los encarece tanto para los consumidores nacionales como para los extranjeros.
“Si su objetivo es la reindustrialización, creo que se darán cuenta de que en realidad los aranceles los hacen retroceder”, dijo Kimberly Clausing, profesora de la Universidad de California en Los Ángeles, quien trabajó en el Departamento del Tesoro durante el gobierno de Joe Biden. “Fabricar cosas en Estados Unidos es mucho más difícil cuando todos los insumos son más caros”.
En los últimos años, algunos economistas se han mostrado más escépticos respecto a la ortodoxia de su profesión sobre el libre comercio. David Autor, economista del MIT, ha llevado a cabo una influyente investigación en la que ha descubierto que la avalancha de productos baratos procedentes de China a partir del año 2000 provocó la rápida destrucción de puestos de trabajo en el sector manufacturero estadounidense, dejando a muchos trabajadores y comunidades en peor situación a largo plazo, un episodio que se conoce como el “choque chino”.
Pero los aranceles actuales no pueden revertir un choque que se produjo hace décadas, dijo Autor, además, en cualquier caso, no tiene mucho sentido intentar recuperar las fábricas textiles y de muebles de gran consumo que el choque chino eliminó.
En su lugar, dijo Autor, los legisladores deberían centrarse en preservar y reforzar las industrias manufactureras de mayor valor que impulsan la innovación. Los aranceles pueden formar parte de esa estrategia, dijo, pero deben centrarse en sectores específicos y combinarse con subvenciones para fomentar la inversión. El gobierno de Biden siguió esa estrategia con leyes que promovían la inversión en la fabricación de semiconductores y la energía verde, pero Trump, de momento, la ha abandonado.
“No puede ser solo una historia de aranceles”, dijo Autor. “Tiene que haber inversión”.
Déficit y gasto
Los economistas son más comprensivos con otro de los argumentos de Bessent: que la economía se ha vuelto demasiado dependiente del gasto público.
Economistas de todo el espectro político coinciden en que el gobierno no debería incurrir en déficits multimillonarios durante un periodo de bajo desempleo, cuando los ingresos fiscales son normalmente elevados y el gasto público no es necesario para estimular el crecimiento. Recortar el déficit ahora puede ser difícil —al requerir recortes del gasto y subidas de impuestos—, pero esperar hasta que el déficit se convierta en una crisis lo sería mucho más.
“Cuanto más esperemos, mayor será el dolor”, dijo Alan Auerbach, economista de la Universidad de California en Berkeley, quien lleva décadas estudiando el presupuesto federal.
El problema, según Auerbach y otros economistas, es que nada de lo que ha propuesto el gobierno de Trump haría mella significativa en el déficit. El Departamento de Eficiencia Gubernamental de Elon Musk ha recortado puestos de trabajo y cerrado programas, pero esos esfuerzos solo afectan a una pequeña fracción del presupuesto federal.
Los republicanos del Congreso, en el marco presupuestario que aprobaron el mes pasado, propusieron recortes más sustanciales dirigiéndose a un programa importante, Medicaid. Pero en lugar de acompañar esos recortes con subidas de impuestos, el plan republicano prorrogaría los recortes fiscales de Trump de 2017, lo que en última instancia supondría un enorme aumento del déficit.
¿Quién asume los costos?
Los recortes fiscales de 2017 beneficiaron de manera desproporcionada a los hogares con mayores ingresos, según la mayoría de los análisis independientes. Los recortes en Medicaid perjudicarían de forma abrumadora a las familias con ingresos bajos y moderados, al igual que los recortes en otros servicios gubernamentales. Asimismo, los aranceles suelen ser más duros para los hogares más pobres, que gastan una mayor parte de sus ingresos en alimentos, ropa y otros bienes importados.
En otras palabras, el dolor a corto plazo creado por las políticas del gobierno podría recaer más duramente sobre los estadounidenses con bajos ingresos, muchos de los cuales votaron por Trump con la esperanza de mejorar su situación económica.
“Es realmente difícil ver cómo los votantes de Trump saldrían ganando”, dijo Clausing, exfuncionario del Tesoro. “Los precios van a ser más altos, las alteraciones van a ser mayores y la red de seguridad va a sufrir recortes”.
Incluso algunos defensores de las políticas de Trump, como Cass, dicen que recortar prestaciones para pagar los recortes fiscales va en contra del objetivo declarado del gobierno de restaurar la clase media.
“La parte fiscal de esto es definitivamente un factor confuso”, dijo.
Además, una recesión sería especialmente dura para los trabajadores con salarios más bajos y menos formados, quienes son desproporcionadamente negros e hispanos, dijo Jessica Fulton, vicepresidenta de política del Centro Conjunto de Estudios Políticos y Económicos, una organización de investigación centrada en cuestiones que afectan a las personas estadounidenses negras.
E incluso si una recesión dura poco, el daño podría no serlo. La investigación económica ha demostrado que las personas que pierden su empleo en una recesión, o que se gradúan de la escuela en una, pueden sufrir consecuencias profesionales a largo plazo.
“Hablar de causar un daño temporal ignora el hecho de que la gente sentirá los resultados de las decisiones que tome este gobierno durante años”, dijo Fulton.
Ben Casselman es el corresponsal principal de economía para el Times. Lleva casi 20 años informando sobre economía. Más de Ben Casselman
https://www.nytimes.com/es/2025/03/18/espanol/negocios/trump-recesion-aranceles-inflacion.html
Economista Alerta: Aranceles Generalizados de Trump Podrían Desatar Recesión Mundial
Olivier Blanchard, exconsejero del FMI, advierte que la imposición generalizada de aranceles por parte de Donald Trump podría ser la peor medida posible, perjudicando incluso a Estados Unidos sin necesidad de represalias y llevando a la economía mundial a una recesión. Este miércoles se espera que Trump anuncie aranceles "recíprocos" que afectarían a casi todos los países
Olivier Blanchard advierte que los aranceles generalizados podrían generar efectos negativos a largo plazo, a pesar de una posible reducción inicial del déficit comercial. La implementación de aranceles «recíprocos» se complica por las diferencias en las tasas impuestas por otros países, lo que podría perjudicar a los consumidores estadounidenses.
La Casa Blanca evalúa imponer tasas generalizadas a las importaciones, diferenciadas por déficit comercial o un arancel base del 20%, con posibles aumentos si hay represalias. Trump justifica esto como una medida para compensar prácticas comerciales desleales, incluyendo el IVA.
Economistas como Greg Mankiw critican la falta de comprensión de Trump sobre economía internacional, argumentando que sus propuestas han sido refutadas históricamente. Los aranceles generalizados podrían afectar desproporcionadamente a familias de bajos ingresos y no generar los ingresos esperados.
La principal preocupación es que estas medidas desaten una guerra comercial global, con consecuencias negativas para el crecimiento económico, similares a las que agravaron la Gran Depresión.
Los economistas versus Trump
[Escrito el 29 de marzo de 2016]
Greg Mankiw, profesor de Economía de la Universidad de Harvard, señala que él no conoce ningún economista convencional -sea de derecha, izquierda o de centro- que tenga algo bueno que decir de los puntos de vista de política económica de Donald Trump.
Alan Blinder, profesor de Economía de la Universidad de Princeton, afirma que las propuestas de política económica del muy probable candidato del Partido Republicano provocarían una depresión global. De acuerdo a Blinder, los recortes impositivos para los ricos provocarán una pérdida de ingresos tributarios por una suma de 9.5 millones de millones de dólares en un período de 10 años. Esto implica un aumento del déficit público y un deterioro de las condiciones económicas de la nación más poderosa de la tierra.
Blinder también critica la propuesta de Trump de construir un muro en la frontera de México para detener la inmigración ilegal. El profesor de Princeton señala que eso provocaría un elevado costo económico y se pregunta sobre quiénes serán los que realizarían los trabajos que actualmente ejecutan esas personas.
Por otra parte, Glenn Hubbard, profesor de Economía de la Universidad de Columbia, señala que la posición proteccionista de Donald Trump significaría un deterioro del nivel de bienestar de los estadounidenses. Incluso llega a citar que en un reciente estudio se demostró que un acuerdo de libre comercio de China aumentaría las exportaciones anuales de los Estados Unidos en 400 mil millones de dólares, creando 1.7 millones de trabajos en un período de 10 años. Ese logro sería irrealizable si se aplica la política de Trump de aumentar los aranceles al comercio con China.
Tal como señalé hace unos días, el avance de Trump es verdaderamente preocupante.
2016
http://jaimearistyescuder.blogspot.com/2016/04/los-economistas-versus-trump.html
2-Krugman
¿Cómo va la guerra comercial? Paul Krugman reeditado 2019
https://brujulaeconomica.blogspot.com/2025/02/como-va-la-guerra-comercial-paul.html
https://articulosclaves.blogspot.com/2025/04/trump-se-vuelve-loco-con-el-comercio.html
3-Jesus Fernandez Villaverde
El anuncio de los aranceles el miércoles pasado es incomprensible. Estados Unidos quiere imponer unos aranceles proporcionales al déficit comercial que tiene con cada país, pero con un mínimo del 10 por ciento. Como no hay argumento alguno en la teoría económica que justifique esta fórmula, la abrumadora mayoría de los economistas nos hemos quedado perplejos intentando encontrar alguna justificación, aunque fuera mínima, de esta. Tras varios días de deliberación, la única conclusión a la que puedo llegar es que, como le gustaba decir al gran físico Wolfgang Pauli, esta decisión «no es ni siquiera incorrecta»: no alcanza ni un nivel mínimo de coherencia.
https://articulosclaves.blogspot.com/2025/04/comercio-y-desvarios-economicos-jfv.html
4- Olivier Blanchard
Los superávits/déficits comerciales bilaterales con distintos países es lo que
debe ser. Intentar eliminar cada uno de ellos es sencillamente estúpido. Tengo
un déficit comercial con mi tendero, un superávit comercial con mi empleador.
No estoy seguro de que sea una buena idea trabajar para mi tendero de
ultramarinos. (Aunque la pérdida para la profesión de economista fuera mínima,
no se me da muy bien empaquetar comestibles).
Lo mismo ocurre con los países. Hay razones por las que vendemos más a uno y
compramos más a otro. Diferentes tipos arancelarios entre países implican una
reorganización de los déficits y superávits entre países, pero ningún cambio
evidente en el déficit comercial global
Olivier Blanchard, investigador principal, PIIE
https://articulosclaves.blogspot.com/2025/04/los-expertos-del-piie-reaccionan-los.html
https://articulosclaves.blogspot.com/2025/04/dia-de-la-liberacion-los-probables.html
5-Maurice Obstfeld,
C. Fred Bergsten Senior Fellow, PIIE; Catedrático emérito de Economía de la promoción de 1958, Universidad de California, Berkeley: Estas medidas suponen un arancel efectivo considerable, en muchos casos dirigido a aliados geopolíticos cercanos. Aumentarán los precios estadounidenses, perjudicarán a la economía de Estados Unidos y dañarán a las economías extranjeras, al tiempo que harán poco por mejorar la balanza comercial exterior de Estados Unidos, a menos que frenen drásticamente el crecimiento estadounidense. Los cálculos que justifican estas cifras aún no están claros: el informe sobre barreras comerciales de la USTR que blandió el presidente Trump no nos lo dice. El presidente ha declarado la guerra a la economía mundial hoy [2 de abril]. Cabe esperar represalias que refuercen la carnicería.
Sin conocimiento de historia económica, los politicos cometerán los mismo errores que en el pasado
https://brujulaeconomica.blogspot.com/2025/03/sin-conocimiento-de-historia-economia.html
Las claves históricas de la situación económica mundial actual
https://brujulaeconomica.blogspot.com/2025/03/las-claves-historicas-de-la-situcion.html
Reformar las instituciones financieras internacionales a fin de promover el crecimiento económico sostenible, el pleno empleo y el trabajo decente
https://brujulaeconomica.blogspot.com/2025/03/reformar-las-instituciones-financieras.html
"En política, la estupidez no es una desventaja".
- Napoleón Bonaparte
https://articulosclaves.blogspot.com/2025/04/todos-sabemos-que-corto-plazo-las.html
https://articulosclaves.blogspot.com/2025/03/que-deberia-hacer-un-politico.html
https://articulosclaves.blogspot.com/2025/03/enlaces-para-entender-la-geoeconomia-y.html
https://articulosclaves.blogspot.com/2025/04/trump-aranceles-y-otras-locuras.html
18 meses ni una semana mas
https://articulosclaves.blogspot.com/2025/04/todos-sabemos-que-corto-plazo-las.html
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