El “beneficio del mentiroso” en política y las toxicidades de las redes sociales

 El “beneficio del mentiroso” en política y las toxicidades de las redes sociales

 Tres expertos de las universidades de Purdue y Emory, en EEUU, han tratado de abordar científicamente la cuestión del denominado “beneficio del mentiroso” en política según la cual “cuanto más aprende una sociedad a ser escéptica, más fácil le resulta a un mentiroso poner en duda hechos irrefutables”


Muy resumido: los investigadores pidieron a 15.000 adultos estadounidenses que evaluaran las reacciones de varios políticos ante una serie de acusaciones que les afectaban, unas presentadas en texto y otras presentadas en vídeo

Los resultados mostraron que, en el caso de las acusaciones en texto, los ciudadanos apoyaban más a los políticos que aseguraban ser víctimas de un bulo, trataban de socavar la confianza en el entorno informativo o explotaban la polarización afectiva y la animadversión hacia el adversario para atraer a sus partidarios en su defensa

Como dicen los autores del trabajo, @KaylynSchiff,@Dan_Schiff  y @nataliasbueno  "los hallazgos ponen de relieve un reto fundamental para las democracias contemporáneas: cuando el escepticismo sobre la información es generalizado, la rendición de cuentas se debilita



X, una Casa Blanca en la sombra

Elon Musk utiliza su red social para justificar las políticas de Trump y acallar las críticas

Carmela Rios

Las tres semanas que han transcurrido desde que Trump asumió el poder en Estados Unidos parecen tres años. Se nos han hecho eternos los días en los que Trump, a golpe de decreto presidencial, ha empezado a tallar los contornos de su acción política y de su nuevo orden mundial en el que los inmigrantes son delincuentes, los funcionarios carne de cañón, las naciones aliadas merecen ser humilladas con chantajes y el derecho internacional es pisoteado en favor de la política del negocio.

La Casa Blanca es sólo una parte del decorado, uno de los dos escenarios de un poder bicéfalo. El segundo es X, ahora el epicentro de un órgano de propaganda global que el segundo presidente, Elon Musk, dirige desde la sala de mandos mientras tuitea convulsivamente desde su cuenta personal. Todas las posibilidades de comunicación de su red social han sido movilizadas al servicio del nuevo régimen

Como si de un nuevo No-Do se tratara, o una reformulación de los sermones del fallecido Chávez en Aló Presidente, X presenta incansablemente a todos los usuarios de la red los tuits de Elon Musk. Sus aportaciones, que superaron el millar durante la primera semana de febrero, son a su vez replicadas por un enjambre de cuentas de sus “palmeros” digitales, también favorecidos por el algoritmo para que lleguen hasta el último usuario. La ocupación del espacio mediático en la era de las redes sociales era esto: hacer que no exista otro protagonista que Musk, ni mensajes más replicados que los suyos. “Elon Musk ha superado los 216 millones de seguidores. Es el perfil con más seguidores e interacciones en X”, anuncia @cb_doge, la cuenta de uno de sus fieles, como si del azar se tratara y no de una manipulación.

Mientras Donald Trump defiende sus medidas desde los salones de la Casa Blanca, Musk asume la tarea de justificarlas desde su púlpito personal con todos los recursos que, sabe, funcionan en las redes sociales. Uno de ellos es la desinformación. A los que se escandalizan por los planes de eliminar el Departamento de Educación, Musk les presenta un gráfico sin contexto ni enlace que justificaría, dice, que el dinero invertido no sirve para mejorar los resultados escolares. Poco importa que los datos que utiliza sean de 2013 o si el objetivo de esta agencia es ayudar a alumnos de familias con rentas bajas, apoyar programas de educación especial o conceder becas de estudio.
Musk no tiene reparos en replicar un bulo lanzado desde Rusia sobre viajes de estrellas de Hollywood a Ucrania, pagados con dinero público para justificar el hachazo que Trump pretende propinar a la estructura de USAID, la agencia federal de cooperación al desarrollo 

El uso de la mentira ha sido interiorizado desde los centros de poder de Trump, tanto como la necesidad de estrangular el periodismo libre. Así, cuando el presidente se afana en torcer el brazo de medios de información influyentes a golpe de demandas por difamación, Musk los descalifica y reivindica la vigencia del “periodismo ciudadano”. “Vosotros sois los medios ahora”, repite machaconamente. Pero monopolizar la información es sólo una de las patas de la estrategia. La segunda consiste en arrinconar algorítmicamente a quien realiza buen periodismo de investigación. Wired, el medio que reveló el desembarco de ingenieros inexpertos en la toma de control de la infraestructura del Gobierno federal ha perdido en el último mes 17.000 de sus casi 10 millones de seguidores en X, según SocialBlade. Paradójicamente, sus investigaciones encuentran, según datos de Talkwalker, mayor impacto en redes como Bluesky donde tienen 20 veces menos usuarios que en X. El secretismo con el que Musk envuelve las modificaciones del algoritmo de su red consolida un orden informativo profundamente autocrático, pese a los ostentosos golpes de pecho en favor de la libertad de expresión, con los que el magnate tecnológico pretende impresionar al mundo

Una recopilación de mis hilos de divulgación sobre el contexto político nacional y global con ejemplos, herramientas y técnicas para observar la desinformación

Cosecha odio y recogerás votos. Algunas ideas sobre la diabolización del contrario y su mejor gurú: el consultor político que consiguió hacer de Orban en 2010 “un Trump antes de Trump”

Por qué los populismos y las redes sociales hacen tan buena pareja (y ponen a prueba la solidez de las democracias)

En sus inicios las redes sociales fueron una revolución y todavía lo son: ofrecen un altavoz a cualquier ciudadano y conecta a personas de los cuatro puntos del planeta. Como decía la propia Facebook en sus inicios la idea era, y es, “hacer el mundo más abierto y conectado”

Cómo la desinformación y las campañas electorales sucias pusieron patas arriba nuestras democracias.
Así fue: en 2006 Facebook abrió su servicio para todos los usuarios de Internet. En marzo de ese año el fundador de Twitter, Jack Dorsey lanzó su primer tuit e inauguró con él la exitosa trayectoria de la red social de los, inicialmente, 140 caracteres

Y todo comenzó a cambiar en política. Ciudadanos del mundo empezaron a usar las redes para opinar, expresar reivindicaciones, organizar movimientos y hablarse de tú a tú con los gobiernos, sin necesidad de intermediarios en la comunicación como los medios tradicionales

Egipto, Túnez, Madrid… En 2011 asistimos a protestas civiles en muchos países del mundo con las redes sociales como herramienta para difundir, dialogar y organizar las actividades. Muchos ciudadanos se sintieron escuchados y representados en estas iniciativas históricas

Mientras, sucedió algo: las redes sociales optaron por mejorar las funcionalidades de su plataforma e introdujeron un cambio sin el que es imposible comprender esta historia: la introducción del retuit en 2009 y el botón de “compartir” de Facebook en 2012

Facebook y Twitter dieron de esta forma a los ciudadanos un arma poderosa: compartir con sus seguidores, en cuestión de segundos, cualquier contenido y que, estos, a su vez, compartieran, con otros, estos y otros contenidos. Lo que ahora llamamos "viralizar"

Los efectos potencialmente perversos de retuitear y compartir los comprendió Chris Wetherell uno de los ingenieron que creó el botón Retweet. “Entregamos un arma cargada a un niño de 4 años”


EL retuit y el botón de compartir tienen dos variables menos inocentes;

1) La variable económica – Algunas empresas entendieron que con titulares llamativos de noticias, aunque fueran falsas, podían conseguir que muchas personas retuitearan y compartieran. Cada clic, ingreso por publicidad. Muchos clics, mucho dinero.

Es el modelo “Tomar limón cura el cáncer” o “Lo que nunca verás en los medios”. Lo de menos era la verdad, lo importante era conseguir que la gente compartiera, retuiteara y diera al "clic" para que llegara la publicidad a sus post en Facebook y a sus webs

La segunda variable es la política. Rusia primero y muchos populismos después comprendieron que las redes sociales podían obtener para su comunicación política los mismos beneficios que las empresas de noticias de clics

Es decir, hacer que llegaran a las cuentas de Facebook o Twitter de los ciudadanos publicaciones que presentaran realidades más o menos alteradas. Tan preocupantes, emotivas o escandalosas que animaran al ciudadano a reaccionar y compartirlas con sus allegados

Rusia ha sido en esto un adelantada: en 2013 nació una de las primeras “granjas” para generar actividad falsa en redes: comentarios, reuits y compartidos a gran escala. Lo contó años después una de sus empleadas

Si te interesa el caso de Rusia, pasa y lee cómo usan la desinformación como arma con la que montar jaleo en las redes de los países que quieren desestabilizar. En 2016, apoyando a Trump, partieron la pana. En las presidenciales francesas, en Cataluña...


El periodismo político necesita una renovación urgente de los campos de observación para poder analizar en toda su extensión lo que sucede en elecciones como esta. Las campañas ya no empiezan 15 días antes ni tienen lugar en los mítines Sí, estamos hablando de redes sociales.

Esto es algo que han entendido muy bien algunos periodistas y medios que han vivido proceso electorales en los que mirar hacia los canales tradicionales no fue suficiente para anticipar la irrupción de vencedores inesperados o avances muy abruptos: EEUU, Gran Bretaña..

Desde 2016 algunos medios anglosajones han apostado fuerte en la formación de un profesional nuevo: un periodista político que sabe mirar en las redes sociales, comprender y explicar cómo las estrategias de algunos partidos irrumpe después en la vida política "real".

Cobertura como las elecciones USA de noviembre. Medios como CNN, The New York Times, The Washington Post o BBC fueron contando "la otra campaña" , las trampas o estrategias que el entorno Trump intentaba en las redes para volver a ganar. Periodismo político del siglo XXI

Ahora ya conocemos la hoja de ruta en la estrategia de los movimientos populistas o radicales para influir en la formación de la opinión pública, insuflar odio y minar la confianza en las instituciones. Y sus armas no son siempre limpias

Esa hoja de ruta se aplicó en Estados Unidos y ahora en otros países, también en España. Y es extraordinariamente efectiva, especialmente cuando no hay periodistas mirando en las redes o contando las consecuencias de esta estrategia

España se ha convertido en un paraíso para las fuerzas políticas que recurren a la hoja de ruta de la campaña sucia de la escuela Trump sin ojos que observen ni una toma de conciencia generalizada del peligro que supone para una joven democracia como España

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