Draghi es el único que puede poner a Europa en su sitio: Hacia unos Estados Unidos de Europa VS EEUU CHINA

Draghi y la competitividad en Europa: «Haremos lo que sea necesario».. de nuevo

China no quiere liderar un Eje

 Draghi: "You say no to public debt. You say no to the single market. You say no to create a capital market union. You can't say no to everything. Otherwise, you have also to admit that you are not able to deliver on the fundamental values for which this EU has being created".

Draghi: «El informe se publicó a principios de septiembre (...). Hoy, cinco meses después, ¿qué? Discutimos... ¿qué sacamos de esta discusión? Que lo que aparece en el informe es aún más urgente que hace cinco meses. Pero eso es todo».

"Dicen no a la deuda pública. Dicen no al mercado único. Dicen no a la creación de una unión de mercados de capitales. No se puede decir no a todo... Y me preguntan qué es lo mejor que se puede hacer. No lo sé, pero hagan algo".

Mario Draghi barrels into European politicians and leaders for their inaction: "You say no to public debt. You say no to the single market. You say no to create a capital market union. You can't say no to everything...You ask me what's best to do…I don’t know, but do something"

Calviño apuesta por doblar la inversión del BEI en seguridad y defensa hasta 2.000 M en 2025

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Draghi pide a la UE que actúe "como un solo Estado" para hacer frente a los "desafíos" que plantean EEUU, China y Rusia

 Si hay alguna voz que se escucha mucho en la Unión Europea es la de Mario Draghi, y este martes el expresidente del BCE y ex primer ministro italiano ha pedido a la UE que actúe "como un solo Estado" para poder hacer frente a los "desafíos" que plantean ahora mismo Estados Unidos, Rusia y China. Ha hecho este llamamiento durante una comparecencia en el Parlamento Europeo en Bruselas, en un contexto en el que el bloque comunitario sigue buscando su sitio ante los movimientos de Donald Trump y la situación de la invasión rusa de Ucrania y las futuras negociaciones de paz

"Cada vez está más claro que debemos actuar cada vez más como si fuéramos un único Estado para afrontar los retos de la UE", sostuvo Draghi mientras desgranaba con los eurodiputados las claves de su informe sobre competitividad, que se ha convertido en uno de los pilares fundamentales para el futuro de Europa.

Esa es la teoría, ahora es labor de Bruselas y de los países llevarlo a la práctica. En ese escenario la UE tiene que ser "rápida" y tomar decisiones con eficiencia, avisó el dirigente italiano. "Debemos derribar las barreras internas, normalizar, armonizar y simplificar las normativas nacionales e impulsar un mercado de capitales más basado en la equidad", concluyó.

Entiende Mario Draghi que el mapa global actual es exigente para una Europa que va tarde a muchas de las cuestiones decisivas. "La complejidad de la respuesta política que afecta a la investigación, la industria, el comercio y las finanzas exigirá un grado de coordinación sin precedentes entre todos los actores: los gobiernos y parlamentos nacionales, la Comisión y el Parlamento Europeo", ha pedido el ex primer ministro a los eurodiputados

En este sentido, el italiano lleva tiempo insistiendo en los mismos mensajes. "La respuesta a la nueva situación en torno a la UE debe ser rápida, porque el tiempo no está de nuestra parte, con la economía europea estancada mientras gran parte del mundo crece", alertó. Esa reacción de la UE, por tanto, "debe ser proporcional a la magnitud de los retos y debe centrarse en los sectores que impulsarán el crecimiento", terminó

 Draghi aboga por un «cambio radical»: «Los aranceles se los ha puesto Europa a sí misma con barreras internas y exceso de regulación

El ex primer ministro de Italia y expresidente del BCE, Mario Draghi, ha escrito un artículo de opinión en 'Financial Times' en el que pide olvidarse de Estados Unidos y asegura que «Europa se ha impuesto aranceles a sí misma».

Draghi aboga en su escrito por un «cambio radical» y advierte de que «los obstáculos regulatorios son mucho más perjudiciales para el crecimiento que cualquier cosa que Estados Unidos pudiera imponer»

El economista, que hace unos meses presentó un informe con recomendaciones para superar el estancamiento de la economía europea, señala que las últimas semanas «han sido un duro recordatorio de las vulnerabilidades de Europa» ya que esta apenas creció a finales de 2024, a lo que se suman los aranceles que Estados Unidos plantea en la actualidad.

Draghi explica que «las barreras internas internas de Europa equivalen a un arancel del 45% para las manufacturas y del 110% para los servicios», según las estimaciones del FMI. Según avisa, estas barreras reducen el mercado de operatividad de las empresas europeas y señala que «el comercio entre los países de la UE es menos de la mitad del nivel de comercio entre los estados de Estados Unidos».

«El comercio entre los países de la UE es menos de la mitad del nivel de comercio entre los estados de Estados Unidos» Mario Draghi Expresidente del BCE

 Asimismo, subraya que la regulación controla «la parte más innovadora de los servicios», lo que también supone un obstáculo para las tecnológicas europeas. Todas las fronteras y regulaciones internas provocan, explica Draghi, una «inusual alta apertura comercial de Europa» en comparación con China o Estados Unidos.

Por otro lado, el exmandatario pone el foco en una paradoja que se produce en Europa: «Las barreras internas se mantuvieron altas, las externas cayeron a medida que se aceleró la globlalización»

Draghi aboga por un «cambio radical»: «Los aranceles se los ha

Draghi activa el temporizador: “Con Trump, reformar la UE es más urgente”

La misma semana que se ha hecho público el informe encargado por la Comisión Europea a Mario Draghi, exitoso ex presidente del Banco Central Europeo en su etapa más crítica, se ha celebrado un excelente debate bajo la denominación Europe unlocked en la residencia del embajador de Suecia en Madrid, Per-Arne Hjelmborn, sobre la pérdida de competitividad europea frente a los Estados Unidos y China moderado por la economista investigadora del CEPS, Judith Arnal. Un evento que contó con la participación de representantes de los empresarios y gobiernos de Suecia y España se trataron bajo el marco del informe Draghi los siguientes temas recogidos en un esquema por la moderadora del debate.

Primero, mejorar la competitividad de las empresas y administraciones europeas es un asunto urgente y crítico para nuestra supervivencia. El mercado único es la joya y la clave de la Unión Europea.

Segundo, cuando hablamos de competitividad estamos realmente hablando de productividad que consiste en hacer más con menos utilizando la innovación y la tecnología de forma hábil y eficiente. No es necesario inventarlo todo, pero si incorporar de forma eficiente la innovación de los inventos existentes, por ejemplo, las oportunidades de la inteligencia artificial

Despertar políticamente de un letargo implica elegir entre una catarsis o mantener una lenta agonía frente a China y los Estados Unidos. Una pérdida alarmante y acelerada de nuestra competitividad que se ve con mucha claridad en la innovación, la digitalización y en la descarbonización de la industria en general y en la industria de la defensa y seguridad en particular

- 12-9-2024

 La Alianza por la Competitividad de la Industria Española coincide plenamente con las líneas de actuación propuestas por el informe Draghi -presentado el pasado lunes en Bruselas- como fórmula para impulsar un efectivo proceso de reindustrialización de la Unión Europea y ganar competitividad frente a Estados Unidos y China

 Hace 25 años que Europa ya hubiese tenido que ser los Estados Unidos de Europa, Draghi hubiese sido un buen presidente, ahora no estaríamos como estamos.

Putin en su discurso a la última promoción de diplomáticos rusos el año pasado: “Todo el sistema de seguridad euroatlántico se está desmoronando ante nuestros ojos”. Europa “está siendo marginada del desarrollo económico global, sumida en el caos… y perdiendo agenda internacional

 Europa en jaque: la OTAN admite que Rusia podría lograr que EEUU retire algunas tropas de Europa del Este

 Draghi: «El informe se publicó a principios de septiembre (...). Hoy, cinco meses después, ¿qué? Discutimos... ¿qué sacamos de esta discusión? Que lo que aparece en el informe es aún más urgente que hace cinco meses. Pero eso es todo».

 Las relaciones de China con Rusia y Corea del Norte VS EEUU

No, Europa no sufre de falta de financiación, tiene sobre todo un problema de rentabilidad.

El informe Draghi parece haber sacado por fin a Europa de su letargo: la prosperidad de nuestro continente y su influencia en el mundo están en peligro. Nuestras formidables bazas, nuestra investigación de primer orden, nuestros talentos envidiados en todas partes y nuestros tradicionales buques insignia industriales ya no bastan. 

Europa se ha convertido en una bella durmiente porque ha optado por apartarse de las industrias del futuro: baste pensar que invertimos cinco veces menos que los estadounidenses en alta tecnología. Se trata de una elección deliberada y, además, racional. Las empresas europeas se ven literalmente obligadas a limitarse a actividades de bajo riesgo, en el mejor de los casos haciendo innovaciones marginales, mejorando productos ya probados en los márgenes.

. ¿A qué se debe esto?

Si el coste del fracaso es demasiado elevado, la lógica financiera es implacable: los proyectos dejan de ser rentables y los inversores se alejan.

Y sin embargo, la innovación europea se asfixia precisamente porque reestructurar una empresa es ahora demasiado caro, más caro que en Estados Unidos por un factor de diez. No hay más que preguntar a los (escasos) jefes de las grandes empresas tecnológicas europeas. Un estudio reciente, cuyas conclusiones han sido recogidas por el informe Draghi y la brújula de competitividad de la Comisión Europea, confirma esta tendencia a partir de datos en su mayoría públicos.

Cuando , en 2022 y 2023, Meta [empresa matriz de Facebook, Instagram y WhatsApp] decidió hacer una pausa en el metaverso e invertir masivamente en inteligencia artificial (IA), el grupo despidió a 20.000 empleados en pocos meses. El coste de estos despidos equivalía a algunos meses de sueldo de los empleados afectados. Al mismo tiempo, Meta contrató a miles de personas especializadas en IA e invirtió varias decenas de miles de millones de dólares en equipos. Esta redistribución del capital humano y físico de la empresa resultó muy rápida y poco costosa.

En cambio, los planes de reestructuración de los grandes grupos tecnológicos europeos, como Nokia, SAP o Ericsson, van acompañados de provisiones contables durante varios años, correspondientes a múltiplos de los salarios anuales de los empleados despedidos. Hay, pues, un orden de magnitud de diferencia entre Europa y Estados Unidos.

Así pues, no debe sorprender que, de la manera más racional, las empresas europeas rehúyan los proyectos altamente innovadores. La especialización de las grandes empresas a ambos lados del Atlántico da fe de ello: por un lado, los viejos buques insignia europeos; por otro, los «Siete Magníficos» (Microsoft, Nvidia, Tesla, Meta, Apple, Alphabet y Amazon).

Flexibilidad danesa

No, Europa no sufre de falta de financiación, tiene sobre todo un problema de rentabilidad. A muchos fondos internacionales les gustaría invertir en Europa, aunque sólo fuera para diversificar sus carteras, actualmente demasiado centradas en Estados Unidos. Pero, por desgracia, la rentabilidad no es suficientemente atractiva.

¿Cuál es la causa de estas enormes diferencias de costes?

 Esencialmente, la legislación laboral europea, que varía de un país a otro, pero que en su conjunto es muy antichumpeteriana: preferimos proteger los puestos de trabajo antes que a los trabajadores, a los de dentro antes que a los de fuera. Todos queremos promover la equidad y la eficacia, pero el sistema que prevalece en la mayor parte de Europa no garantiza ni la equidad social ni la eficacia económica. Las soluciones no se encuentran en el laissez-faire estadounidense, sino en las mejores tradiciones del Derecho social europeo, que valoramos porque son la fuente de muchos de nuestros puntos fuertes y activos.

Un modelo que sería especialmente juicioso es el de la flexiguridad danesa, que permite a las empresas contratar y despedir rápidamente -una fuente de gran flexibilidad para las empresas-, pero también reciclar a los empleados ofreciéndoles generosos subsidios de desempleo -a costa de la sociedad en su conjunto, no sólo de las empresas-.

Es más, si nos contentáramos con aplicar la flexiguridad a los salarios más altos (los ingenieros que trabajan en sectores muy innovadores están muy bien pagados), saldríamos ganando, ya que podríamos revitalizar el sector tecnológico sin tocar lo esencial de los sistemas sociales.

La Comisión Europea, por su parte, propone la introducción de un 28º régimen (un estatuto para las empresas innovadoras que les permita operar en todos los mercados de la UE) además de los sistemas nacionales. Esto también podría ser eficaz, pero parece preferible un sistema nacional simplificado y racionalizado: un sistema universal es más justo porque trata a todos los trabajadores de la misma manera, también es más duradero (porque cualquier cambio por parte de los responsables políticos provoca más descontento), menos arbitrable por las empresas y mucho más claro para los inversores.

La ausencia casi total de Europa en la IA debería servir de llamada de atención: esta trayectoria de fracaso no cambiará hasta que se restablezca la rentabilidad de las inversiones de alto riesgo abordando el coste del fracaso. Aquí no hay fatalismo. Existen reformas relativamente indoloras pero muy eficaces: ¡no hay tiempo que perder!

Yann Coatanlem es economista y Presidente del Club Praxis.

Este artículo, publicado originalmente en Le Monde, se reproduce al amparo de lo establecido en la legislación nacional e internacional (ver cobertura legal).

https://www.almendron.com/tribuna/non-leurope-ne-souffre-pas-dun-manque-de-financements-elle-a-avant-tout-un-probleme-de-profitabilite/

La hora de la UE ante la crisis global: riesgos y también oportunidades

El panorama obliga a repensar las conclusiones de los conocidos informes Letta y Draghi

La Unión Europea (UE) enfrenta importantes desafíos en materia comercial y monetaria, con especial atención a sus relaciones con Estados Unidos. Las tensiones comerciales, las diferentes políticas monetarias del Banco Central Europeo y la Fed estadounidense y la incertidumbre global configuran un panorama complejo que puede impactar sobre el crecimiento económico y la estabilidad financiera. Por si esto no fuera suficiente, el posible fin de la guerra en Ucrania, el (escaso) papel que la UE podría tener y las necesidades de un notablemente mayor gasto y coordinación en defensa están encima de la mesa

https://cincodias.elpais.com/opinion/2025-02-20/la-hora-de-la-ue-ante-la-crisis-global-riesgos-y-tambien-oportunidades.html?ssm=TW_CC

 China no quiere liderar un Eje

 La proclamación por parte de China y Rusia en 2022 de una asociación "sin límites" y "sin zonas 'prohibidas'" ha tenido un efecto de gran alcance. El acuerdo implicaba que Pekín y Moscú estaban a punto de resucitar su ya desaparecida alianza que, cuando unió brevemente a las dos potencias en la década de 1950, proyectaba una formidable amenaza que Estados Unidos no podía permitirse dejar sin respuesta.

 Independientemente de sus diversos desacuerdos, el Presidente chino Xi Jinping ha llamado al Presidente ruso Vladimir Putin su "querido amigo" y en marzo de 2023 se le oyó decir que ambos estaban juntos "impulsando cambios nunca vistos en un siglo". Sus frecuentes reuniones han dado lugar a una serie de declaraciones programáticas que ponen de relieve una oposición compartida al "hegemonismo" -palabra clave para referirse al dominio estadounidense- y prometen un orden internacional más "justo". Según el embajador ruso en China, Igor Morgulov, Xi ha aceptado la invitación de Putin para asistir a las celebraciones del Día de la Victoria en Moscú en mayo de 2025. Y su asociación ha ido más allá de la retórica y el simbolismo: China ha prestado apoyo material a la brutal guerra de agresión de Rusia en Ucrania en forma de tecnologías de doble uso, que tienen aplicaciones tanto militares como comerciales, y de compras de petróleo y gas rusos.

 Y, sin embargo, los dirigentes chinos siguen enfrentados a Rusia, temiendo verse envueltos en los radicales planes antioccidentales de Putin y contemplando con aprensión la perspectiva de una guerra fría que China ni quiere ni sabe cómo librar. Pekín no quiere comprometerse con una alianza formal chino-rusa y se resiste amargamente a la idea de pertenecer a algún tipo de "eje" con Rusia, Corea del Norte e Irán. Y el régimen de Kim Jong Un en Pyongyang es cada vez más la principal fuente de irritación en Pekín.

 En enero de 2025, participé en unos debates en Pekín y Sanya (China), organizados por la Universidad Tsinghua, que pretendían servir como una forma de diplomacia de la Vía II, una práctica en la que actores no estatales de la sociedad civil de varios países se reúnen para debatir las relaciones entre sus gobiernos. Este diálogo reunió a académicos y antiguos altos funcionarios y diplomáticos de China, Rusia y Estados Unidos en conversaciones acaloradas pero productivas.

 De estas conversaciones se desprende una idea sorprendente: la principal razón de la aparente falta de voluntad de Pekín para construir una coalición trilateral con Rusia y Corea del Norte es que un acuerdo de este tipo exigiría un liderazgo estratégico por parte de China, y Pekín está decididamente poco interesado en esta perspectiva. Esto se debe en parte a que cualquier eje liderado por Pekín requeriría una misión en torno a la cual pudieran unirse sus aliados, y nadie en Pekín parece saber cuál debería ser esa misión.

 La reticencia de China a encabezar una alianza de socios poco fiables en una lucha contra Occidente sugiere que sus líderes son conscientes de los altos costes de la confrontación y están cubriendo sus apuestas. La diplomacia poco convencional del presidente Donald Trump, que combina una retórica militante y amenazas de guerra económica con promesas de cooperación entre grandes potencias con China y Rusia, ha aumentado la incertidumbre en Pekín sobre el rumbo de Estados Unidos. Como resultado, Washington tiene una oportunidad de oro para poner a prueba las intenciones de China a través de renovados esfuerzos diplomáticos, incluso mientras se prepara para la contención.

 REMORDIMIENTOS DEL LÍDER

Las consultas a las que asistí se centraron en la cuestión de la relación de China con el régimen canalla de Corea del Norte. En opinión de los participantes chinos, Pekín no alentó el reciente pivote de Kim hacia Rusia, que culminó en un tratado de alianza con Rusia en junio de 2024; de hecho, parece probable que Pekín ni siquiera fuera consultado antes de esta medida. Xi tampoco aprobó la implicación directa de Corea del Norte en la guerra de Rusia contra Ucrania, que ha incluido el despliegue de unos 10.000 soldados norcoreanos en la región rusa de Kursk, para repeler una incursión ucraniana. Este movimiento demostró la capacidad y la voluntad de Kim de actuar con independencia de Pekín, aunque siga dependiendo del comercio con China para la supervivencia de su régimen. Al ofrecer tropas y grandes cantidades de municiones a Putin, Kim ha querido demostrar a Xi que no es vasallo de China.

 

En estas consultas, los rusos lamentaron la falta de coordinación entre China, Corea del Norte y Rusia. A Putin, que se reúne con frecuencia, aunque por separado, con Xi y Kim, le gustaría celebrar una cumbre trilateral para estrechar las relaciones entre los tres países. Pero Xi y Kim no se han visto desde 2019. Los países celebraron anteriormente consultas trilaterales, la última en octubre de 2018, pero Corea del Norte se resiste ahora a esas reuniones, prefiriendo la compañía de Rusia a la de China.

 Pekín tampoco está dispuesta a crear un bloque en Asia Oriental, en parte por temor a que ello provoque que Japón, Corea del Sur y Estados Unidos construyan un bloque más abiertamente antichino. A los chinos también les preocupa, mucho más que a los rusos, el programa nuclear de Corea del Norte. Los rusos se han resignado pragmáticamente a una Corea del Norte nuclear. Pero Pekín, viendo las posibles repercusiones en Japón y Corea del Sur -que podrían verse empujados a iniciar sus propios programas nucleares- podría estar dispuesto a reanudar las conversaciones de desnuclearización con Pyongyang, aunque el objetivo de una península coreana libre de armas nucleares parezca inalcanzable. Algunos participantes chinos expresaron su preocupación por la militancia norcoreana, incluida la posibilidad de que el régimen de Kim lance provocaciones militares contra Corea del Sur. Como era de esperar, China teme verse arrastrada a un conflicto por un Estado cliente inquieto, impredecible y, en general, poco fiable, ya sea Corea del Norte o Rusia.

 La reticencia de China a servir de abanderada de Pyongyang no es nueva. Cuando, en marzo de 1990, el secretario general del Partido Comunista Chino, Jiang Zemin, visitó Corea del Norte, el secretario general Kim Il Sung le prometió que "el pueblo coreano seguiría manteniendo inquebrantablemente en alto la bandera de la revolución y el socialismo... y lucharía hombro con hombro con el pueblo chino en la causa común de la construcción del socialismo". Tenía la esperanza de que, tras el colapso soviético, China lideraría la lucha en nombre de la causa comunista. Pero Pekín, que no tenía prisa por enarbolar el estandarte del socialismo soviético, se mostró reticente y se centró en la reforma económica y en una política exterior pragmática, denominada taoguang yanghui ("ocultar las propias capacidades y esperar el momento oportuno"). China estableció lazos diplomáticos con Corea del Sur y, aunque Pekín no rompió con Pyongyang, la relación nunca recuperó la intimidad de principios de la Guerra Fría, cuando ambos lucharon juntos contra Estados Unidos. China y Corea del Norte nunca volverían a estar, en palabras del líder chino Mao Zedong, "tan cerca como los labios y los dientes".

 FRACASO DE LA SEÑAL

 Los dirigentes chinos podrían estar buscando lecciones de la última vez que se enfrentaron las superpotencias. Los historiadores tienen respuestas contradictorias sobre por qué empezó la Guerra Fría: si José Stalin la quería o si fue un desafortunado accidente. Parece plausible que lo que Stalin quería realmente era un compromiso de gran potencia con Estados Unidos, según el cual Moscú y Washington respetarían mutuamente sus legítimas esferas de influencia. Los problemas comenzaron cuando Washington y Stalin discreparon sobre hasta dónde debía extenderse la legítima esfera de influencia de Moscú en Europa y Asia. Reaccionando ante lo que percibía como movimientos agresivos por parte de Moscú, Washington, receloso de subestimar las ambiciones expansionistas de Stalin, persiguió la contención.

 El problema actual de Pekín es que no sabe cómo asegurar a Estados Unidos que no está buscando otra guerra fría, incluso cuando se prepara activamente para librar una. El implacable desarrollo nuclear de China, sus hostiles operaciones de espionaje, su retórica militante y, sobre todo, su apoyo a Rusia sugieren que Xi ya ha hecho su llamada y que una confrontación con Estados Unidos es inevitable.

 Las relaciones de China con Rusia y Corea del Norte siguen siendo útiles en su lucha contra la hegemonía occidental. Los estrategas chinos piensan en términos geopolíticos sencillos: Estados Unidos, líder de Occidente, intenta hundir a China; Putin se enfrenta a Occidente con su guerra en Ucrania; por lo tanto, Putin está ayudando a China, y no se le puede echar debajo del autobús. Del mismo modo, China no abandonará por completo a Corea del Norte, no porque apruebe a Kim, sino porque sigue siendo un arma valiosa contra Estados Unidos.

 Por otra parte, implicarse demasiado en la relación con una Rusia militante encajonaría a Pekín. El abrazo fraternal de Xi a Putin ha dañado la posición de China en Europa: La ministra alemana de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, criticó a China en diciembre de 2024 por "oponerse a nuestros principales intereses europeos con su ayuda económica y armamentística a Rusia", y el presidente francés, Emmanuel Macron, presionó a Xi para que frenara su apoyo a Moscú durante sus conversaciones en mayo de 2024. Dado que la relación comercial de China con la Unión Europea tiene un valor de 762.000 millones de dólares y se ha vuelto aún más crítica en medio del estancamiento económico de China, los estrategas de Pekín deben preguntarse si la polarización económica que acompañaría a una guerra fría emergente es realmente del interés de China. Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, hizo todo lo posible en la Conferencia de Seguridad de Múnich de febrero de 2025 para asegurar a los líderes europeos que Pekín no planea derrocar el orden mundial existente.

 Sin embargo, como ha demostrado la experiencia del siglo actual y de siglos anteriores, los lazos económicos no excluyen los conflictos entre grandes potencias. La temeraria apuesta de Putin en Ucrania demostró su voluntad de sacrificar los lucrativos lazos económicos con Europa a cambio de gloria. Y ningún diplomático o académico chino, por muy bien relacionado que esté, puede hablar con confianza en nombre de Xi, quien, al igual que Putin, todavía puede optar por la confrontación con Occidente.

HABLAR NO ES BARATO

 Una de las señales más importantes que Xi dará de sus intenciones respecto a Occidente será el rumbo que decida tomar con Taiwán. "Nadie podrá jamás romper el vínculo de parentesco entre [Taiwán y la China continental], y nadie podrá jamás detener la reunificación de China", anunció en su mensaje de Año Nuevo 2025. Al igual que sus predecesores, Xi se ha negado a renunciar al posible uso de la fuerza para unificar China y Taiwán. Pero, a diferencia de ellos, ha imbuido sus comentarios de un gran sentido de la urgencia, como si ya se hubiera decidido a invadir Taiwán y sólo estuviera esperando una oportunidad para hacerlo.

 Es posible, sin embargo, que Xi esté realmente indeciso y esté esperando su momento mientras anticipa la respuesta de Estados Unidos. Aquí también se aplican las lecciones de la Guerra Fría. Stalin calculó mal la respuesta de Washington a la invasión norcoreana de Corea del Sur en 1950, en parte porque concluyó, a partir de los datos de inteligencia recogidos en cables interceptados, que Estados Unidos no intervendría para defender a Corea del Sur. No supo prever cómo habían evolucionado la percepción de las amenazas y las políticas de Washington en respuesta a las agresivas maniobras de Moscú. Xi también podría llegar a la conclusión de que Washington no se toma en serio la defensa de Taiwán y actuar en consecuencia. Y como Stalin, podría equivocarse en sus cálculos, con consecuencias aún más trágicas para el mundo.

 Del mismo modo que las escaladas de la Guerra Fría fueron contingentes y graduales, con momentos de tensión puntuados por esfuerzos por enderezar las cosas, la relación actual entre Estados Unidos y China no está más allá de la redención, aunque se encuentre muy lejos en el camino de la confrontación. Si no quiere pasar de aprender sobre la Guerra Fría a librar una nueva, el gobierno chino no debería actuar como si no quisiera dialogar con Estados Unidos.

 Nicholas Burns, embajador estadounidense en China durante la administración Biden, se enfrentó a obstrucciones diplomáticas y tuvo muy poco acceso a los responsables políticos chinos. China ha desairado los esfuerzos del Pentágono por mantener un diálogo entre militares y, aunque el ex secretario de Defensa Lloyd Austin se reunió finalmente con su homólogo chino Dong Jun en mayo de 2024, los contactos siguen siendo esporádicos. Estas evasivas podrían ser una forma de manifestar el descontento con lo que China percibe como belicismo de Washington, pero, intencionadamente o no, envían otro mensaje: que Pekín ya está firmemente decidida a iniciar una nueva guerra fría.

 

En su lugar, Pekín debería señalar a Washington, en público o a través de canales privados, que China no planea invadir Taiwán en un futuro próximo. Debería rebajar el tono de su retórica pública sobre la inminente "reunificación" para sentar las bases de la tan necesaria confianza.

 Pekín también debería dejar claro que no busca una alianza con Moscú. La alianza "sin límites", que produjo gran alarma en Occidente sin beneficio alguno para China, es un recordatorio de que lo que Pekín dice sobre su relación con Rusia puede tener un impacto directo en la percepción occidental de las amenazas. La desaparición del lenguaje "antihegemónico" de las declaraciones chino-rusas no eliminará las preocupaciones de Estados Unidos sobre un eje emergente, pero al menos reducirá las pruebas sustanciales de tales preocupaciones.

 Y lo que es más importante, los dirigentes chinos deberían implicarse más directamente en ayudar a poner fin a la guerra de Rusia en Ucrania. Como comprador clave de los hidrocarburos rusos y gran proveedor de bienes industriales y de consumo a Rusia, China tiene una influencia económica sustancial en la relación, que podría desplegar para animar a Putin a aceptar un alto el fuego. Un conflicto congelado no iría en contra del interés de China en evitar una escalada en Ucrania, estabilizaría las relaciones con Europa e incluso podría presentar un área de coincidencia entre Pekín y la administración Trump, que ha señalado su interés en un alto el fuego independientemente de una solución global de la guerra. Dados los comentarios de Wang en Múnich de que "todas las partes y todos los interesados deberían, en el momento oportuno, participar en el proceso de conversaciones de paz", y la intención de Trump de mantener conversaciones de paz con Rusia, ahora es el momento de que China señale su interés en un diálogo directo y sustantivo con Estados Unidos sobre la guerra en Ucrania.

APRENDER DE LA ÚLTIMA VEZ

 Cuando en 1945 empezaron a cernirse nubarrones sobre la relación entre Estados Unidos y la Unión Soviética, el presidente Harry S. Truman predijo con confianza que se saldría con la suya el 85% de las veces porque, como él mismo dijo, "la Unión Soviética nos necesitaba más a nosotros que nosotros a ellos". La realidad resultó ser más compleja

 

Temiendo que los estadounidenses interpretaran cualquier concesión soviética como debilidad, Stalin dio instrucciones a su ministro de Asuntos Exteriores, Viacheslav Molotov, para que "mostrara una obcecación total". Hoy en día, Estados Unidos, sin monopolio nuclear y enfrentado a un adversario mucho más poderoso en China, no puede aspirar al porcentaje de éxito previsto por Truman. Por tanto, la diplomacia activa es la mejor esperanza de Washington para mitigar e incluso invertir la tendencia a la confrontación con Pekín.

 En primer lugar, Estados Unidos debería redoblar sus esfuerzos para disuadir a Taiwán de proclamar la independencia, una medida altamente desestabilizadora que tendría peligrosas consecuencias para Asia Oriental y el mundo. Washington podría vincular su diplomacia hacia Taiwán a garantías privadas por parte de China de que no invadirá la isla.

 Al mismo tiempo, Estados Unidos también debería decir francamente a China que Washington se verá obligado a prepararse para un conflicto por Taiwán a menos que Pekín demuestre mediante declaraciones públicas y una voluntad demostrada de participar en medidas de creación de confianza en Asia Oriental que no busca otra guerra fría. Tales medidas podrían incluir corresponder al llamamiento de Trump a favor del control de armamentos, desarrollar contactos entre militares y abstenerse de realizar ejercicios militares provocativos.

 Cuando era asesor de seguridad nacional y secretario de Estado del presidente Richard Nixon, Henry Kissinger regañó a los demócratas por predicar los derechos humanos a la Unión Soviética. Comprendió correctamente que esas posturas molestaban a los soviéticos y dificultaban la diplomacia. A pesar de ello, consiguió formidables victorias contra la Unión Soviética al ser pionero en el acercamiento a China y superar al Kremlin en Oriente Medio. Estados Unidos debería ahora canalizar a Kissinger en su acercamiento a China y abstenerse de sermonear a Pekín sobre valores democráticos, que alarman a los líderes chinos y hacen poco por mejorar los derechos humanos en China. Trump parecería tener una inclinación natural a evitar el tema, ya que nunca ha traficado con el lenguaje internacionalista liberal de sus predecesores.

 Trump también debería ofrecer a China un papel directo a la hora de sentar a Rusia a la mesa para poner fin a la guerra en Ucrania. Pekín ya tiene un interlocutor para Rusia y Ucrania en el embajador Li Hui y ya ha hecho declaraciones sobre la necesidad de una resolución pacífica. Al invitar a Pekín a las negociaciones, Trump podría poner a prueba la buena voluntad de China y, si se llega a un acuerdo, asegurarse de que China tiene un interés en la aplicación de un alto el fuego.

 En febrero de 2025 se cumple el 75 aniversario de la firma del tratado de alianza chino-soviético. La alianza, aparentemente inexpugnable, estuvo en realidad desgarrada por contradicciones internas y sólo duró unos diez años antes de derrumbarse en una nube de acusaciones mutuas de traición. La decisión de China de buscar la modernización y el desarrollo en asociación, y no en confrontación con Occidente, la libró del destino de la Unión Soviética. Hoy, China y Rusia vuelven a trabajar juntas, pero su relación no es una alianza y dista mucho de ser "sin límites". Con la posibilidad de que se avecine otra guerra fría, China no está segura de si realmente quiere liderar un eje de clientes obstinados y poco fiables hacia la confrontación con Estados Unidos. A ambos países les interesa aprovechar esta incertidumbre para explorar acuerdos alternativos.

 Sergey Radchenko es Profesor Distinguido Wilson E. Schmidt en la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins.

  China no quiere liderar un Eje

China Doesn’t Want to Lead an Axis - Revista de Prensa

Este artículo, publicado originalmente en Foreign Affairs, se reproduce al amparo de lo establecido en la legislación nacional e internacional (ver cobertura legal).

Nota informativa: Foreign Affairs es una publicación del Council on Foreign Relations (CFR) fundada en 1922. En la actualidad es una organización mediática multiplataforma centrada en la política exterior estadounidense y los asuntos mundiales. Tiene implementado un «muro de pago» por lo que es necesario suscribirse para tener acceso a todos sus contenidos. Más información en su página de suscripción.

 Manda narices, no hay dinero para aplicar el informe Letta, para aplicar el informe Draghi, pero ahora salen millones para gastos militares. Gastar un poco más se puede entender, pero gastar tanto es porque ya han generado miedo, que los que querían los interesados.

 Marco Rubio, Secretario de Estado tras la reunión con Rusia en Arabia Saudí: "Si este conflicto [el de Ucrania] llega a un final aceptable, queremos formar una asociación geopolítica con los rusos. Algo que será positivo para ambos países y el mundo

 Nuestros aliados fundamentales son Francia y Alemania: Comerciales, políticos, estratégicos. Nos compran nuestros productos, invierten en nuestro país, nos dan dinerico cuando lo necesitamos, nos permiten financiarnos baratos. Ergo los intereses francoalemanes son los nuestros

 

Draghi y la competitividad en Europa: «Haremos lo que sea necesario».. de nuevo

Sector de la consultoría urge a "reactivar" Europa con la aplicación inmediata de los informes Draghi y Letta

Ademas deberia reformar las instituciones supranacionales, estas instituciones consiguieron desde Breton Woods, establecer unas reglas de juego con las instituciones OMC, ONU, OMS etc que funciono bien hasta hace unos 25 años....donde los paises volvieron a sus acuerdos bilaterales

 

 

 

 


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