Contra el terraplanismo económico: cuando los clichés venden más que las ideas. Javier Campos 24-02-2025

 

Contra el terraplanismo económico: cuando los clichés venden más que las ideas.

Javier Campos 24-02-2025
Sé que no voy a hacer muchos amigos escribiendo esta entrada y asumo las posibles críticas de corporativismo que se me puedan formular. A pesar de ello, creo sinceramente que Nada es Gratis es uno de los mejores foros donde actualmente se pueden discutir ideas sobre la economía porque cada cual puede expresar libremente su opinión, incluso aunque esta discrepe de la de los autores de otras entradas. Y esto viene a colación porque – completando una defensa de nuestra ciencia que publiqué hace unos meses – hoy quiero reprobar a quienes supuestamente hacen divulgación económica y, en realidad, están vendiendo humo

Un vicio feo

Tengo el feo vicio de ir por librerías de vez en cuando para hojear las novedades que se publican en los temas de mi interés. Por supuesto, esto incluye los libros de economía y empresa, tanto especializados en mis campos de docencia e investigación como en otros que puedan ser interesantes para difundir nuevas ideas o darles una vuelta a las viejas. Para mi disgusto (y no descarto que tal vez sea cosa de la edad) constato que cada vez me resulta más insoportable en estas visitas no poder separar claramente las secciones dedicadas a la divulgación económica de las destinadas al denominado “crecimiento y desarrollo personal” (sic).

Hagan ustedes la prueba. Vayan a una librería cualquiera y encontrarán con facilidad magníficos libros de teoría, ensayo o divulgación –– de los que en este blog ya se han recomendado en el pasado algunas lecturas muy interesantes (por ejemplo, aquíaquí, o aquí) –– ubicados en peligrosa vecindad con los que prometen autosuperación y dietas milagrosas. En este último saco incluyo panfletos (alguno incluso superventas) con títulos parecidos a “Cómo convertirse en millonario antes de los 30”, “Piense y hágase rico”, “Invertir en bolsa para dummies” o “Los siete pasos definitivos para el éxito financiero”. Estos libros, cuyas portadas y entradillas intentan llamar nuestra atención como lo haría un vendedor ambulante de pócimas y ungüentos, son fiel reflejo de un fenómeno social preocupante: el ‘terraplanismo económico’, esto es, el desprecio absoluto por el rigor científico y una falsa candidez supuestamente interesada en dar respuestas sencillas a preguntas complejas.

Cualquiera que haya hojeado alguno de estos textos conoce bien su receta. Normalmente, se trata de una historia de superación personal; el autor, un joven incomprendido que vivía en el sofá de su madre, de repente descubre el gran secreto que todos los demás ignoramos. Puede que sea el poder de ‘pensar en positivo’, una epifanía sobre la importancia de ‘trabajar inteligentemente’, o quizá simplemente ‘invertir como lo hacen los ricos’. Y ahora, generosamente, está dispuesto a compartir su sabiduría con nosotros por el módico precio de 19,99 euros o mediante un curso online con tarifa de tres cifras cuya primera sesión, como no, es gratuita.

La mayoría de estos libros están escritos al peso y suelen disfrazarse de ensayos de economía, pero lo cierto es que tienen más en común con los horóscopos que con un texto académico. ¿La razón? Se basan en verdades a medias, generalizaciones absurdas y una selección de anécdotas tan arbitraria como las reglas de un juego de mesa inventado por un gato. Permítanme desmontar algunos de los pilares fundamentales de este cuñadismo económico para entender por qué no solo son inútiles, sino también peligrosos.

El mito del esfuerzo individual

Uno de los dogmas preferidos en este tipo de ‘literatura’ es el de la meritocracia absoluta: si trabajas lo suficiente y sigues al pie de la letra los consejos del autor, el éxito es inevitable. Esta narrativa es atractiva porque simplifica la realidad: ¡todo depende de ti! Si no te va bien, es porque no has ‘visualizado’ o ‘entendido’ lo suficiente. Olvídate de las desigualdades estructurales, las crisis económicas o del funcionamiento ineficiente de los mercados. Esas son excusas de perdedores, dicen ellos.

Por supuesto que el esfuerzo personal importa, tal como se ha discutido en este blog (véase aquí o aquí). Pero reducir el éxito financiero a una cuestión de voluntad individual es como decir que cualquiera puede correr los 100 metros en menos de 10 segundos si simplemente entrena lo suficiente. ¿Y los factores genéticos? ¿Y el acceso a instalaciones de entrenamiento? ¿Y el hecho de que Usain Bolt solo hay uno? Los libros de autoayuda ignoran alegremente el contexto histórico y social que determina en gran medida las oportunidades de las personas. Al hacerlo, perpetúan una visión cínica de la vida: si no eres rico, es porque no te esfuerzas lo suficiente y ni siquiera mereces las políticas compensatorias del Estado que pagamos con ‘mis impuestos’.

La promesa de la fórmula mágica

Otro clásico del ‘terraplanismo económico’ es la idea de que existe una fórmula secreta, una combinación mágica de estrategias que las personas de éxito conocen y tú no. Si tan solo aplicaras los siete principios de la riqueza o aprendieras a pensar como un millonario, todo cambiaría. Esto, por supuesto, es una tautología. Si hubiera una receta universal para hacerse rico, todo el mundo la utilizaría y el concepto mismo de riqueza perdería sentido. En realidad, el éxito financiero también depende de una mezcla de factores contextuales, decisiones informadas y, sí, una dosis considerable de suerte. Pero admitir esto no vende y los ‘criptobros’ no podrían hacer su negocio, como ya se discutió hace tiempo en este blog. Es más rentable repetir que la clave está en “invertir en bienes raíces” o “diversificarse y crear varias fuentes de ingresos”, pero la realidad es que estas estrategias suelen ser obvias o imposibles para la mayoría. ¿Inversiones en bienes raíces? Perfecto, siempre y cuando tengas suficiente capital inicial para entrar al mercado. ¿Otros ingresos? Genial, pero crear una empresa o ser un youtuber o tiktoker con millones de suscriptores requiere mucho más que leer un libro.

El fetichismo del emprendedor

En el altar del cuñadismo económico, el emprendedor es el sumo sacerdote. Estos modernos libros de pócimas glorifican al empresario como el único camino hacia la libertad financiera y personal. Si no estás creando tu propia startup, estás condenado a ser un esclavo del sistema. El mensaje es claro: ¡conviértete en tu propio jefe! Esto, por supuesto, ignora la cruda realidad de que la mayoría de las empresas fracasan. En España, más del 60% de las startups no logran superar los primeros cinco años de vida y casi el 30% cierra antes de los doce meses. Pero esta tasa de fracaso no es algo que se destaque en estos panfletos de autoayuda. Al contrario, el mantra es que, si fracasas, es porque no lo intentaste lo suficiente. Curiosamente, nunca es culpa de haber seguido malos consejos.

Creo que también hay algo profundamente elitista en esta narrativa. No todos pueden (ni quieren) ser empresarios. La sociedad necesita maestros, enfermeros, ingenieros y millones de trabajadores que trabajen por cuenta ajena: seguir órdenes no es malo per se; al contrario, lo es el no recibir una compensación adecuada o tener que trabajar sin perspectivas para conciliar o promocionar profesionalmente.

El uso selectivo de anécdotas

Para dar un barniz de credibilidad a sus teorías, estos libros suelen recurrir a historias de éxito. Cuentan cómo Jeff Bezos empezó Amazon desde un garaje o cómo el inefable Elon Musk durmió en el suelo de su oficina mientras construía PayPal. Estas historias son inspiradoras, pero también son trampas lógicas: el hecho de que algunos hayan tenido éxito de esa manera no significa que sea un camino reproducible para cualquiera de nosotros. De hecho, este tipo de libros incurre en el “sesgo del superviviente”: solo se fijan en los que triunfan y olvidan a los miles (o millones) que hicieron lo mismo, pero fracasaron. Es como estudiar a los ganadores de la lotería para aprender a “jugar de manera inteligente”. De nuevo, los autores ignoran alegremente el contexto que, en la vida real, hace que cada persona sea diferente.

Lo peor: el desprecio por la evidencia

Pero quizá el mayor problema del “terraplanismo económico” es su absoluto desprecio por la evidencia contrastable. Estos libros rara vez citan estudios académicos sólidos o proporcionan datos empíricos y, cuando lo hacen, suele tratarse de aportaciones sesgadas que confirman sus prejuicios. Los economistas serios no utilizan “fórmulas mágicas”, al igual que los médicos serios, los arquitectos serios y cualquier otro profesional riguroso que entienda que su campo de conocimiento se sustenta en cientos y miles de experimentaciones repetidas y comprobadas a lo largo de décadas y siglos anteriores.

Frente a simplificaciones caricaturescas, debemos admitir con sinceridad que los sistemas económicos están determinados por una multiplicidad de factores históricos, sociales y políticos que no se pueden reducir a un puñado de frases motivacionales. Nuestra disciplina debe caminar por enfoques consistentes y con base empírica. La actividad económica es un sistema dinámico y adaptativo, caracterizado por interacciones sociales no lineales. Por ello, tal como abogan Kirkman (2012) o Helbing y Kirkman (2013), entre otros, nuestras modelizaciones deben reconocer la existencia de agentes heterogéneos, dinámicas endógenas e incertidumbre, todo lo cual ofrece una representación más realista de los fenómenos económicos. En la medida de lo posible, y dado que los economistas no detentamos el monopolio de la verdad, yo sugeriría además en lo posible incorporar elementos de otras disciplinas como la psicología, la sociología, la geografía o la historia.

Conclusión: la verdad no es relativa

El ‘terraplanismo económico’ es seductor porque promete soluciones fáciles a problemas complejos. En un mundo donde la incertidumbre es la norma, la idea de que podrías cambiar tu vida siguiendo unos pocos pasos es enormemente atractiva. Pero también es una gran mentira. La desgracia es que esto no lo vemos solo en las librerías sino, cada vez más, en políticos y dirigentes cuya miopía los transforma en peligrosos charlatanes con poder para aplicar medidas económicas cuyo impacto no entienden por ignorancia o mala fe.

Es cierto que trazar una línea divisoria entre buenos y malos resulta muy difícil y que pasarse de la raya puede dar lugar a negar el pensamiento creativo heterodoxo (algo que es fundamental para el progreso de nuestra disciplina) o a caer por el otro extremo en un ‘cancelacionismo’ basado en admitir únicamente lo políticamente correcto. Combatir este fenómeno requiere fomentar la educación económica y el pensamiento crítico. Hay que enseñar a distinguir entre la verdadera economía, la que no ofrece respuestas simples, pero sí herramientas útiles para entender el mundo, y la pseudoeconomía de los gurús que solo venden humo. Porque, al final del día, la economía no es una colección de “recetas” ni “trucos”, sino una disciplina que intenta explicar, con todas sus limitaciones, cómo funciona nuestra sociedad

Javier Campos es profesor de Análisis de Mercados y Análisis de Empresas en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Doctor en Economía (ULPGC) y MSc in Economics (LSE). Ha trabajado en el Banco Mundial y en el Banco Interamericano de Desarrollo. Su investigación se centra en las áreas de Economía Industrial, Economía del Transporte y la Evaluación de Proyectos, tanto en Europa como en América Latina


El Premio Nobel de Economía de este año ha sido otorgado a Daron AcemogluSimon Johnson y James A. Robinson «por sus estudios sobre cómo las instituciones se forman y afectan a la prosperidad». A diferencia de otros casos, los trabajos de estos economistas son bastante conocidos más allá de los círculos académicos. Tres libros de divulgación recogen buena parte de los resultados de sus investigaciones: Por qué fracasan los países (2012) y El pasillo estrecho (2019) de Acemoglu y Robinson, y Poder y progreso (2023) de Acemoglu y Johnson. Me centraré en los dos primeros. El lector de Nada es Gratis puede encontrar en este blog numerosos artículos sobre las aportaciones de estos autores, incluido el de ayer mismo (aquíaquíaquíaquíaquíaquí y aquí). Algunos contienen aplicaciones a España

El Premio Nobel de Economía 2024 a Daron Acemoglu, Simon Johnson and James A. Robinson – Nada es Gratis

Hoy les comento rápidamente un par de novedades sobre el libro Economía de Urgencia. Lo más importante: el libro es apto hasta para los muy jóvenes. Adjunto (sin editar, me pareció mejor así) una reseña de un chico de 13 años, Roi Sánchez Serna, al que agradecemos el interés que se tomó y el esfuerzo que hizo. Aunque evidentemente es un chico muy inteligente, parece claro que en su mayor parte el libro es accesible. Para que no sea el único lector joven en esta época de recortes, FEDEA ha decidido utilizar los derechos de autor para comprar un ejemplar para cada instituto público de España a la editorial (que los ha cedido a precio de coste) y regalarlo a sus bibliotecas. Y, finalmente, Nacho y yo estuvimos repitiendo la experiencia que dio lugar al libro, hablando con estudiantes de bachillerato en el IES Mariano José de Larra, en Madrid (a cuyo claustro agradecemos enormemente la hospitalidad y la oportunidad).

Fue agradable ver a un grupo de chicos tan interesados, que aguantaron dos horas con nosotros y eran capaces de expresarse de manera que ya querríamos ver con más frecuencia en las aulas universitarias. Pero al mismo tiempo nos produjo una cierta amargura comprobar su nivel de ansiedad por el futuro, tanto inmediato (¿podré estudiar en España, valdrá la pena?), como a medio plazo (¿encontraré un trabajo digno?). Esto no es anecdótico, el Economist se hacía eco hace una semana de que el país europeo que ha enviado más inmigrantes al Reino Unido en el último trienio fue España. Tampoco es único, la emigración española a Europa en los años 50 y 60 tuvo niveles más elevados. Y la angustia por el futuro cuando yo terminé el bachillerato no era menor. Un año antes habíamos tenido una intentona de golpe de Estado, la tasa de desempleo era casi tan alta como ahora y la tasa de empleo era bastante más baja

Novedades sobre Economía de Urgencia: libros para todos y una reseña – Nada es Gratis

Es probable que muchos de Vds. se estarán preguntado, ¿cómo puede haber gente apasionada por la Economía? ¿No se trata de una “ciencia menor y triste”, poco más que ideologías y dogmas disfrazados con un manto de aparatos matemáticos, estadísticos y pseudo-teóricos con muy poca relación con la realidad y cuyo principal mensaje es que “Nada es Gratis”?.

Trataré de convencerles de que, en realidad, no es, ni mucho menos, así. La ciencia económica ha progresado y está progresando mucho y muy deprisa. Es más útil que nunca, tanto para formar ciudadanos como para orientar las políticas económicas. No podría ser de otra manera porque, al fin y al cabo, de lo que se ocupa no es de otra cosa que de comprender el comportamiento humano, tanto el individual como el colectivo. Y en contra de lo que parece pensar mucha gente, lo hace, no al servicio de la propiedad privada ni al de los que querrían utilizar al Estado para imponer sus valores, sino al servicio del bien común. Su objetivo es lograr un mundo mejor, como muestra Jean Tirole (Premio de Ciencias Económicas del Banco de Suecia, en memoria a Alfred Nobel, 2014) en un libro (“La Economía del bien común”) que debería ser de lectura obligatoria (y no solo en las Facultades de Economía).

Tomás de Aquino también dijo: “La raíz de la libertad se encuentra en la razón. No hay libertad sino en la verdad.” También dijo:Vivir es más perfecto que ser, y saber es más perfecto que vivir”. La investigación no es otra cosa que la aspiración de saber, de alcanzar “la verdad”; la ciencia solo es la creencia en la ignorancia de los expertos (esta ultima frase no es de Tomás de Aquino sino de Richard Feynman).

Jean Tirole (al que ya he presentado antes): “Mientras persista la falta de conocimiento económico entre la opinión pública, tomar buenas decisiones políticas requerirá mucho coraje político

¿Qué significa hacer investigación en Economía? En este campo no hay verdades inmutables ni inmunes a la métrica que utilicemos para valorarlas. En palabras más pedantes, la Economía es una ciencia moral y contextual. Y, sin embargo, por ello es especialmente útil y atractiva. Puesto que abundan cuestiones perennes cuyas respuestas varían en el tiempo y en el espacio parece que los economistas siempre están en desacuerdo. En realidad, no es solo desacuerdo (que lo hay y mucho) sino también que en Economía un determinado fenómeno puede tener efectos muy distintos dependiendo del momento y del contexto en los que se produzca y que la identificación de dichos efectos nunca está libre de controversia. Esto impide que podamos reducir la investigación en Economía a la búsqueda de “leyes” o “relaciones causales” inmutables.

Docencia, investigación y divulgación de la Economía en el siglo XXI (con la inspiración de Santo Tomás de Aquino) – Nada es Gratis

La inversión en criptomonedas o monedas digitales se ha popularizado en los últimos años. Sin embargo, su posesión no se ha extendido por igual en toda la sociedad. En la cultura de internet se ha bautizado incluso como criptobros al grupo de criptoinversores más ruidoso: una mezcla confusa de personajes masculinos, propagandistas, arrogantes

Hombres narcisistas, conspiranoicos y victimistas: un estudio demuestra que los ‘criptobros’ existen | Tecnología | EL PAÍS

La conclusión del artículo es muy fácil de entender: el 46% de las transacciones en Bitcoin están asociadas a actividades ilegales como el tráfico de drogas. Pero, de la misma manera que Eldon Tyrell no le da datos sobre replicantes a Deckard, si no que le invita a hacerle el test a Rachael, no basta con el dato. Es importante compartir el camino de la investigación para poder ver la importancia del dato y asumir su solidez científica, y por tanto afrontar la obligación moral que implica. Por fortuna, es un camino atractivo, especialmente para aquellos que tenemos una debilidad por las historias de detectives.

¿Está bien invertir en Bitcoin? – Nada es Gratis

Un mercado clave para que las economías modernas funcionen adecuadamente es el mercado de inversión-ahorro. El tipo de interés -el precio de este mercado- tiene que asegurar que 1) el mismo se vacíe, es decir, que la cantidad de inversión y ahorro sean iguales y 2) y que este vaciado se realice al nivel “adecuado”. Esta aseveración olvida aspectos importantes que no tengo tiempo de discutir en detalle. Quizás el más importante es que en el mundo real, más que “inversión” y “ahorro” como categoría genérica, tenemos un rico conjunto de proyectos de inversión y de instrumentos financieros muy heterogéneos entre si. Sin embargo, en ausencia de arbitraje, generada con mercados financieros suficientemente líquidos, tal heterogeneidad es de menor importancia para lo que tengo que explicar aquí (técnicamente, solo necesito la existencia de un factor estocástico de descuento que me permita valorar cualquier activo).

Mis Aventuras con Bitcoin III: Una Evaluación – Nada es Gratis

Mis Aventuras con Bitcoin II: El Funcionamiento de Bitcoin – Nada es Gratis

La economía del bien común: ¿Qué ha sido de la búsqueda del bien común? ¿En qué medida la economía puede contribuir a su realización? 

En este brillante ensayo, Jean Tirole, uno de los economistas más influyentes del mundo, nos facilita el acceso a las teorías económicas que le valieron el Premio Nobel.

Cuando Tirole ganó en 2014 el Premio Nobel de Economía, pasó a verse detenido en la calle por perfectos desconocidos que le pedían que comentara las cuestiones del día. Su paso de ser un economista académico a un intelectual público lo llevó a reflexionar sobre el papel que desempeña el economista en la sociedad. Así surgió Economía del bien común, un apasionado manifiesto a favor de un mundo en el que la economía, lejos de considerarse una «ciencia lúgubre», se vea como una fuerza positiva a favor del bien común.

El lector penetra en el laboratorio de uno de los economistas más influyentes del mundo, que responde a todas las preguntas que nos planteamos hoy sobre el estado de la economía: universo digital, empleo, cambio climático, Europa, papel del Estado, etcétera, con el fin de ofrecernos soluciones de futuro. Accesible e instructivo sin resultar aleccionador, este ensayo revela el afán comunicativo de un hombre que aspira a conciliarnos bajo el signo de la inteligencia.

Reseñas:

«En su primer libro dirigido al gran público, Tirole se ha propuesto restablecer la paz en todos los frentes del debate económico. Los afronta con valentía, paciencia e infinito afán pedagógico.»

Antoine Reverchon, 
Le Monde

«Tirole es una rara excepción, un premio Nobel que siente el compromiso social de hablar de manera clara y responsable sobre los temas en la mente de los no economistas Un libro extraordinario, de lectura obligada para políticos, pero también para cualquier persona que quiera entender la economía de hoy.»

Olivier Blanchard, ex economista jefe del Fondo Monetario Internacional

«Estupendamente escrito y profundamente revelador, este libro ofrece sorprendentes y elocuentes paradojas sobre el comportamiento económico.»

Harold James, Universidad de Princeton

«Un libro fascinante. Su credo: la economía es ante todo un medio para alcanzar un mundo mejor.»

Julien Damon, Les Échos

«Un libro edificante que desentraña todas las grandes cuestiones de la economía contemporánea. Instructivo y honesto.»
Challenges

«¿Qué destacar de este libro? Su afán de justicia, de igualdad, frases con mucha fuerza, repletas de sentido común. Jean Tirole es un hombre pragmático que observa y anticipa ideas renovadoras.»
Le Figaro

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