"China quiere ser una civilización artificial donde el conocimiento no es poder, sino el poder"
IA-cracia china y Tianxia artificial
29/04/2023
China quiere alcanzar la hegemonía sobre el planeta en el 2050. La fecha no es arbitraria. Responde al desenlace de un diseño geopolítico reiterado por Xi Jinping ante el buró del comité central del Partido Comunista. En sus discursos ha insistido en que China volverá entonces a “erguirse entre todas las naciones del mundo”. Algo que conseguirá después de alcanzar las “primeras filas de los países innovadores”, a lo largo del periodo en el que nos encontramos y que va del 2020 al 2035. Xi Jinping quiere que China adquiera la primacía global y poner fin, de este modo, al siglo de la restauración de su poder (1949-2050) con una superioridad tecnológica irresistible que consagre a la superpotencia asiática como la primera civilización artificial.
Con esta hoja de ruta, que recuerda que la China milenaria piensa en siglos, Pekín quiere dejar atrás los cien años de decadencia ininterrumpida que padeció desde la derrota en la guerra del opio de 1842 hasta la victoria de Mao sobre Chang Kai Chek en 1949. A partir de entonces, China no ha dejado de escalar lentamente posiciones.

Luego, tras convertirse en la fábrica del mundo con Deng Xiaoping, lo ha hecho de forma acelerada. En el 2013 consiguió el estatus de primera potencia comercial y, desde el 2017, quiere ser la primera potencia tecnológica del planeta. De hecho, ha elegido el poder técnico y, concretamente, el avance en inteligencia artificial (IA), como la herramienta que le atribuya el liderazgo que ahora disputa abiertamente a Estados Unidos.
Que esto es así lo evidencia que Washington haya decidido poner todo su empeño en impedirlo. Ahí está, sino, el giro dado por la política tecnológica norteamericana del 2008 en adelante. Muestra una trayectoria ascendente de beligerancia hacia China que han hecho suya sin matices las administraciones Obama, Trump y Biden. Recuerda la hostilidad estructural que desplegaban los halcones del Pentágono y el Departamento de Estado hacia la URSS durante la guerra fría.
Lo explicaba en septiembre del 2022 Jack Sullivan, asesor del presidente Biden en estos temas, en la presentación del Special Competitive Studies Project. Dijo que EE.UU. no se conformaba con mantener una simple ventaja sobre China en IA y otras tecnologías exponenciales, sino que quería ampliarla al precio que fuese, porque en ellas está el futuro geopolítico del siglo XXI.
El objetivo norteamericano es ganar, como sea, la carrera por conseguir una IA fuerte o general antes que lo haga China. De ahí que la Administración Biden incremente al máximo las capacidades propias y trabaje por limitar las del enemigo con iniciativas como la National Artificial Intelligence Initiative y la Chips and Science Act.
China ha elegido el poder técnico y el avance en IA para disputar el liderazgo a Estados Unidos
¿Por qué es tan importante esta competición? Porque China concibe la IA en términos finalistas y no solo instrumentales. Lo hace con un diseño de escala que neutraliza funcionalmente los condicionamientos éticos, al subordinarlos al fin último de instaurar una IA-cracia perfecta. Para ello necesita alcanzar antes que nadie una IA fuerte.
Así, obtendría una ventaja competitiva basada en una inteligencia maquínica capaz de sustituir a la humana y reemplazarla por otra infalible y virtuosa a la vez. Una IA de la que quedarían excluidas las limitaciones morales, las ambigüedades éticas y los errores analíticos que acompañan el desempeño de la inteligencia humana y, gracias a ella, se podría materializar el ideal confuciano de virtud.
Esto es, la capacidad para decidir y, por tanto, para dirigir las acciones individuales y colectivas bajo la guía exclusiva de una inteligencia que demuestre su superioridad al salvaguardar la armonía de lo que se gobierna bajo ella. Ya sea la vida de alguien, una sociedad concreta o el planeta.
El impacto político, económico y militar que proporcionaría a China instaurar una IA-cracia confuciana le otorgaría una superioridad civilizatoria parecida a la que marcó el paso de la edad de piedra a la edad de los metales. Además, podría hacerlo sin perder el control social, ya que China funciona como una macroplataforma de aplicaciones y servicios de naturaleza política que maximizan ese control, gracias a múltiples sistemas de IA que gestionan con eficacia vigilante el sistema de incentivos y castigos que garantizan el orden.
China quiere ser una civilización artificial donde el conocimiento no es poder, sino el poder
De este modo, si China alcanzara antes que nadie una IA fuerte podría “erguirse sobre las otras naciones”, como proclama Xi Jinping, debido a los escalones que le proporcionarían armas más mortíferas, empresas más competitivas y un gobierno capaz de garantizar un pleno control social. Y todo ello en un mundo cada vez más estresado por la presión demográfica, la escasez de recursos naturales, los efectos del cambio climático y la transformación económica producida por la automatización.
Se entiende, por tanto, la prioridad geopolítica que China otorga a querer liderar el proceso de innovación que lleve al conocimiento artificial. Lo anunció Xi Jinping en el 2017 al afirmar que quería convertir a su país en el principal centro mundial de innovación en IA en el 2030. A ello empuja desde entonces una multimillonaria inversión pública en IA, que trabaja en escala y que le sitúa ya en pugna paritaria con EE. UU. de acuerdo con el índice de la Universidad de Stanford.
Pero, sobre todo, como veíamos más arriba, una renovada mentalidad confuciana que quiere que China recupere tecnológicamente el propósito milenario del Tianxia: ser un poder que ordene centrípetamente todo lo que está “bajo el cielo”. Un poder virtuoso que busque la armonía desde su capacidad para ser infalible e irresistible como alternativa al gobierno del mundo frente a EE.UU., al que ve cada vez más cuestionado como superpotencia debido al ejercicio de un poder centrífugo y desordenado que solo cuenta con la ayuda del reducido y disfuncional grupo de las democracias globales.
Entrado el siglo XXI, China muestra la voluntad de asumir la hegemonía planetaria a la manera confuciana. Quiere ser una civilización artificial donde el conocimiento no es poder, sino el poder. Un poder que descansaría sobre una IA sin límites y que gestionaría una élite que invocaría un confucionismo digital, que considera que cuanto mayor inteligencia, mayor conocimiento, mayor poder y mayor éxito. En fin, una IA-cracia vertical y jerárquica, donde máquinas y seres humanos convivirán sin conflictos bajo un orden armonioso administrado por el mandarinato del Partido Comunista chino. El Ciberleviatán perfecto. Hobbes resignificado por Confucio.
Civilización artificial
La IA no esperará al ser humano
China-EEU
https://intafuturo.blogspot.com/2023/04/la-robotica-la-ia-la-cuantica-es.html
La competición tecnológica
ANDREA G. RODRÍGUEZ | Analista principal de Política Digital en el European Policy Centre (Bruselas). @agarcod
En los últimos años se han dibujado varias tendencias decisivas en la carrera tecnológica. La primera es la mayor conectividad. Países con mayor número de personas utilizando servicios digitales, como China, uno de los países más poblados del mundo, y con un mayor número de personas en carreras STEM parten con ventaja. Es por ello por lo que la Unión Europea está terminando un nuevo marco regulatorio para conseguir fomentar la reutilización de datos compartidos y ha hecho de 2023 el Año Europeo de las Competencias. La segunda tendencia es la participación en las cadenas de valor globales. Aquí se juntan, por una parte, la necesidad de poner en marcha nuevas políticas industriales que ayuden a los países a reducir su nivel de dependencia exterior y la inversión en tecnologías emergentes. Por último, una tercera tendencia es la mayor capacidad estratégica. Cada vez más países en el mundo tienen estrategias dedicadas a la mejora de las capacidades y de la infraestructura digitales, como inversiones en la nube o 5G. Sin duda, el país que reúna estos tres puntos será capaz de ser más innovador dentro de sus fronteras y competitivo internacionalmente.
https://www.politicaexterior.com/agenda-exterior-quien-ganara-la-carrera-tecnologica/
La guerra tecnológica entre EEUU y China obliga a la industria y a los aliados a tomar decisiones difíciles
Estados Unidos ha puesto en marcha las restricciones más severas a los flujos de tecnología hacia China desde la guerra fría. Los nuevos controles a la exportación pretenden impedir que empresas estadounidenses y extranjeras suministren a entidades chinas chips de alta gama y las herramientas, la tecnología y el software necesarios para diseñarlos y producirlos. Las medidas están destinadas a las unidades de procesamiento gráfico (GPU, por sus siglas en inglés) y a otros chips para la supercomputación y la inteligencia artificial (IA). Con ellas se pretende paralizar la capacidad de China no solo para obtener semiconductores modernos, sino también las máquinas y el talento para fabricar los suyos. Como dijo el asesor de seguridad nacional de EEUU, Jake Sullivan, Washington pretende ahora “mantener la mayor ventaja posible” en tecnologías de base como la IA. Las ramificaciones serán profundas.
Reducción de las capacidades de China en áreas punteras
La medida marca un cambio radical en la competencia tecnológica entre EEUU y China. Hasta ahora, Washington restringía tecnologías específicas con claros usos finales militares. Los nuevos controles parecen suponer un alejamiento de la doctrina de “small yard, high fence” (literalmente patio pequeño, valla alta). Ahora, el objetivo es frenar a China convirtiendo en armas los cuellos de botella de los chips de IA, el software de automatización del diseño electrónico, los equipos de fabricación y sus componentes. Washington apuesta por que el coste a corto plazo de la pérdida de ventas se verá eclipsado por el daño a largo plazo a la capacidad de innovación de China. Esto se debe a la aprobación de la Ley de Chips y Ciencia estadounidense, que ofrece incentivos a la industria de los semiconductores para relocalizar sus cadenas de suministro en suelo estadounidense.
El cambio de política fue impulsado por la evidencia de que las ventas de chips a empresas chinas han estado favoreciendo al desarrollo militar de China — incluidos sus programas de armas nucleares e hipersónicas— y a las iniciativas de vigilancia. Fue una respuesta a la estrategia de Pekín de fusión militar-civil, que busca convertir la IA comercial en aplicaciones militares. Washington parece decidido a congelar el desarrollo de los semiconductores chinos a los niveles actuales y a limitar el progreso de la IA del país, afectando a los usuarios finales y a las aplicaciones comerciales si es necesario. A través de la llamada “lista no verificada”, el departamento de Comercio puede ahora también incluir automáticamente en una lista negra a las empresas chinas de las que se sospecha que tienen vínculos militares o policiales, en caso de incumplimiento de las inspecciones.
Incertidumbre para las empresas de Europa y Asia Oriental
Dada la complejidad de las cadenas de valor, la medida unilateral de EEUU también causará algunos trastornos a las empresas de chips europeas y del este de Asia. Si quieren vender determinados artículos informáticos avanzados fabricados con tecnología estadounidense a entidades chinas, ahora tendrán que solicitar una licencia de acuerdo con las normas estadounidenses sobre Productos Directos en el Extranjero (FDP, por sus siglas en inglés). También necesitarán una licencia para vender tecnología sujeta a los controles de EEUU a 28 empresas chinas que figuran en la actual lista de entidades del departamento de Comercio, el foco de las restricciones comerciales de EEUU desde 2019.
«Dada la complejidad de las cadenas de valor, la medida unilateral de EEUU también causará algunos trastornos a las empresas de chips europeas y del este de Asia»
Aunque la aplicación exacta de algunas de las disposiciones sigue sin estar clara, las empresas europeas tendrán que elegir entre someterse al nuevo planteamiento de EEUU o intentar evitarlo, por ejemplo, mediante un cortafuegos entre sus negocios en China y EEUU. Por ejemplo, el negocio de automatización del diseño electrónico de Siemens, con sede en EEUU, parece que se verá afectado. La empresa holandesa ASML, líder mundial en equipos de fotolitografía de semiconductores, obtuvo en 2021 el 15% de sus ingresos en China. La empresa ha prohibido a sus empleados estadounidenses trabajar en proyectos destinados a China.
Sin embargo, es importante evaluar cuidadosamente el impacto total de las nuevas normas de EEUU. Aunque Washington lleva tiempo intentando presionar a La Haya para que retenga las licencias de exportación de ASML, incluso para su línea de productos no punteros, la empresa dijo que espera un impacto limitado de los nuevos controles, dado que sus máquinas contienen poca tecnología estadounidense.
https://www.politicaexterior.com/la-guerra-tecnologica-entre-eeuu-y-china-obliga-a-la-industria-y-a-los-aliados-a-tomar-decisiones-dificiles/
La tentación de Europa de vender a Oriente y Occidente
Al aprovechar su jurisdicción de brazo largo y su posición dominante en la tecnología de semiconductores, Washington es consciente de que está alienando a aliados y socios en Europa y Asia. Intentó coordinar los controles del sector de los semiconductores con Bruselas, La Haya, Tokio, Taipéi y Seúl por diversos medios. Tras fracasar en su intento de conseguir la adhesión de estas capitales, el presidente de EEUU, Joe Biden, optó por un impulso unilateral. Pero a menos que una amplia coalición acuerde alinearse con estas nuevas restricciones, EEUU podría perjudicar a su industria de semiconductores a largo plazo. Solo puede hacer cumplir sus normas sobre el FDP con la ayuda de los gobiernos aliados, y existen alternativas europeas y del este de Asia a algunas tecnologías estadounidenses. ¿Y si estas regiones optan por que los semiconductores sigan como hasta ahora con China?
Los nuevos controles de exportación de EEUU supondrán un duro golpe para la industria china de chips. Pero a largo plazo, también pueden reforzar los esfuerzos de China por construir una cadena de suministro de semiconductores nacional. Aunque en un principio no podría competir con los líderes de la industria mundial, Pekín ha demostrado en el pasado que está dispuesta a pagar un alto precio por el objetivo estratégico de la autosuficiencia tecnológica, y es probable que su interés por la tecnología europea de chips de gama alta también aumente. Dada la importancia de China para muchas empresas de chips no estadounidenses, el mundo podría incluso acabar dividido en dos ecosistemas de semiconductores distintos. Europa podría verse tentada a formar parte de ambos, aunque el éxito dependería de cómo EEUU aplique ahora sus nuevas normas.
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https://intafuturo.blogspot.com/2023/04/la-competicion-tecnologica.html
"Sholz empeñado en quiere impulsar el Acuerdo de Inversión UE-China cuando la propia UE definió al coloso asiático como “rival sistémico”. Facilitar la entrada de los chinos en la economía europea y aumentar su dependencia de ellos es una disparate" L.BdeQ
"El conocimiento y la innovación exigen in marco institucional, entre otras cosas libertad de pensamiento y de investigación, que China no tiene " L BdeQ
https://articulosclaves.blogspot.com/2023/04/la-disyuntiva-de-europa-sobre-china.html
https://articulosclaves.blogspot.com/2023/04/seis-prioridades-para-reducir-riesgos.html
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