"China quiere ser una civilización artificial donde el conocimiento no es poder, sino el poder"

 

"China quiere ser una civilización artificial donde el conocimiento no es poder, sino el poder" JML  
 
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IA-cracia china y Tianxia artificial

29/04/2023

José María Lassalle

China quiere alcanzar la hegemonía sobre el planeta en el 2050. La fecha no es arbitraria. Responde al desenlace de un diseño geopolítico reiterado por Xi Jinping ante el buró del comité central del Partido Comunista. En sus discursos ha insistido en que China volverá entonces a “erguirse entre todas las naciones del mundo”. Algo que conseguirá después de alcanzar las “primeras filas de los países innovadores”, a lo largo del periodo en el que nos encontramos y que va del 2020 al 2035. Xi Jinping quiere que China adquiera la primacía global y poner fin, de este modo, al siglo de la restauración de su poder (1949-2050) con una superioridad tecnológica irresistible que consagre a la superpotencia asiática como la primera civilización artificial.

Con esta hoja de ruta, que recuerda que la China milenaria piensa en siglos, Pe­kín quiere dejar atrás los cien años de decadencia ininterrumpida que padeció desde la derrota en la guerra del opio de 1842 hasta la victoria de Mao sobre Chang Kai Chek en 1949. A partir de entonces, China no ha dejado de escalar lentamente posiciones.

opi 4 del 29 de abril

 

Joma

Luego, tras convertirse en la fábrica del mundo con Deng Xiaoping, lo ha hecho de forma acelerada. En el 2013 consiguió el estatus de primera potencia comercial y, desde el 2017, quiere ser la primera potencia tecnológica del planeta. De hecho, ha elegido el poder técnico y, concretamente, el avance en inteligencia artificial (IA), como la herramienta que le atribuya el liderazgo que ahora disputa abiertamente a Estados Unidos.

Que esto es así lo evidencia que Washington haya decidido poner todo su empeño en impedirlo. Ahí está, sino, el giro dado por la política tecnológica norteamericana del 2008 en adelante. Muestra una trayectoria ascendente de beligerancia hacia China que han hecho suya sin matices las administraciones Obama, Trump y Biden. Recuerda la hostilidad estructural que desplegaban los halcones del Pentágono y el Departamento de Estado hacia la URSS durante la guerra fría.

Lo explicaba en septiembre del 2022 Jack Sullivan, asesor del presidente Biden en estos temas, en la presentación del Special Competitive Studies Project. Dijo que EE.UU. no se conformaba con mantener una simple ventaja sobre China en IA y otras tecnologías exponenciales, sino que quería ampliarla al precio que fuese, porque en ellas está el futuro geopolítico del siglo XXI. 

El objetivo norteamericano es ganar, como sea, la carrera por conseguir una IA fuerte o general antes que lo haga China. De ahí que la Administración Biden incremente al máximo las capacidades propias y trabaje por limitar las del enemigo con iniciativas como la National Artificial Intelligence Initiative y la Chips and Science Act.

China ha elegido el poder técnico y el avance en IA para disputar el liderazgo a Estados Unidos

¿Por qué es tan importante esta competición? Porque China concibe la IA en términos finalistas y no solo instrumentales. Lo hace con un diseño de escala que neutraliza funcionalmente los condicionamientos éticos, al subordinarlos al fin último de instaurar una IA-cracia perfecta. Para ello necesita alcanzar antes que nadie una IA fuerte.

Así, obtendría una ventaja competitiva basada en una inteligencia maquínica capaz de sustituir a la humana y reemplazarla por otra infalible y virtuosa a la vez. Una IA de la que quedarían excluidas las limitaciones morales, las ambigüedades éticas y los errores analíticos que acompañan el desempeño de la inteligencia humana y, gracias a ella, se podría materializar el ideal confuciano de virtud.

Esto es, la capacidad para decidir y, por tanto, para dirigir las acciones individuales y colectivas bajo la guía exclusiva de una inteligencia que demuestre su superioridad al salvaguardar la armonía de lo que se gobierna bajo ella. Ya sea la vida de alguien, una sociedad concreta o el planeta.

El impacto político, económico y militar que proporcionaría a China instaurar una IA-cracia confuciana le otorgaría una superioridad civilizatoria parecida a la que marcó el paso de la edad de piedra a la edad de los metales. Además, podría hacerlo sin perder el control social, ya que China funciona como una macroplataforma de aplicaciones y servicios de naturaleza política que maximizan ese control, gracias a múltiples sistemas de IA que gestionan con eficacia vigilante el sistema de incentivos y castigos que garantizan el orden. 

China quiere ser una civilización artificial donde el conocimiento no es poder, sino el poder

De este modo, si China alcanzara antes que nadie una IA fuerte podría “erguirse sobre las otras naciones”, como proclama Xi Jinping, debido a los escalones que le proporcionarían armas más mortíferas, empresas más competitivas y un gobierno capaz de garantizar un pleno control social. Y todo ello en un mundo cada vez más estresado por la presión demográfica, la escasez de recursos naturales, los efectos del cambio climático y la transformación económica producida por la automatización.

Se entiende, por tanto, la prioridad geopolítica que China otorga a querer liderar el proceso de innovación que lleve al conocimiento artificial. Lo anunció Xi Jinping en el 2017 al afirmar que quería convertir a su país en el principal centro mundial de innovación en IA en el 2030. A ello empuja desde entonces una multimillonaria inversión pública en IA, que trabaja en escala y que le sitúa ya en pugna paritaria con EE. UU. de acuerdo con el índice de la Universidad de Stanford.

PERICO PASTOR RUEDO IBERICO IA 1102

Pero, sobre todo, como veíamos más arriba, una renovada mentalidad confuciana que quiere que China recupere tecnológicamente el propósito milenario del Tianxia: ser un poder que ordene centrípetamente todo lo que está “bajo el cielo”. Un poder virtuoso que busque la armonía desde su capacidad para ser infalible e irresistible como alternativa al gobierno del mundo frente a EE.UU., al que ve cada vez más cuestionado como superpotencia debido al ejercicio de un poder centrífugo y desordenado que solo cuenta con la ayuda del reducido y disfuncional grupo de las democracias globales.

Entrado el siglo XXI, China muestra la voluntad de asumir la hegemonía planetaria a la manera confuciana. Quiere ser una civilización artificial donde el conocimiento no es poder, sino el poder. Un poder que descansaría sobre una IA sin límites y que gestionaría una élite que invocaría un confucionismo digital, que considera que cuanto mayor inteligencia, mayor conocimiento, mayor poder y mayor éxito. En fin, una IA-cracia vertical y jerárquica, donde máquinas y seres humanos convivirán sin conflictos bajo un orden armonioso administrado por el mandarinato del Partido Comunista chino. El Ciberleviatán perfecto. Hobbes resignificado por Confucio.

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La competición tecnológica

Estados Unidos nunca había visto amenazada su primacía tecnológica del modo que lo está haciendo hoy China. En esta partida de dos contendientes, preguntamos a expertos, ¿quién ganará esta competición tecnológica? 

Inteligencia artificial, computación cuántica, chips, 5G, tecnologías verdes, nube, biotecnología, internet de las cosas… El dominio por las tecnologías del siglo XXI es uno de los vectores de la competición entre Estados Unidos y China por alcanzar la hegemonía en este siglo. Es una rivalidad donde los márgenes de ventaja son pequeños y cambiantes. Estados Unidos nunca había visto amenazada su primacía tecnológica del modo que lo está haciendo hoy China, que desafía al mismo tiempo la totalidad de su modelo económico y político.

El resto de países, incluso potencias tecnológicas como Japón, Corea del Sur o Países Bajos, han quedado al margen de esta gran competición. Los europeos han tardado demasiado tiempo en entender la rapidez de la transformación tecnológica y sus implicaciones geopolíticas. En esta partida de solo dos contendientes, ¿quién ganará la carrera tecnológica?

«Países con mayor número de personas utilizando servicios digitales, como China, uno de los países más poblados del mundo, y con un mayor número de personas en carreras STEM parten con ventaja.»
ANDREA G. RODRÍGUEZAnalista principal de Política Digital en el European Policy Centre
«Hay muchas carreras tecnológicas, ni China ni EEUU van a ganar en todas estas tecnologías y sectores»
CLAUDIO FEIJÓOIngeniero y economista. Catedrático de universidad y director para Asia en la Universidad Politécnica de Madrid.
«Más allá de quién gana esta carrera tecnológica, es quién la pierde, [...] quién no está en esa carrera mientras que, en un pasado cercano, habría podido estar en ella.»
ALICIA GARCÍA HERREROEconomista Jefe para Asia Pacífico en NATIXIS e investigadora asociada para Bruegel
«Hoy, la carrera tecnológica, desde los chips al espacio, pasando por la biotecnología, está mucho más privatizada que antes en la historia»
ANDRÉS ORTEGAEscritor y analista

CLAUDIO FEIJÓO | Ingeniero y economista. Catedrático de universidad y director para Asia en la Universidad Politécnica de Madrid. @claud10

Dos cuestiones aquí.

La primera es que hay muchas carreras tecnológicas, que tienen lugar en muchos sectores al mismo tiempo y que, además, muchas veces están conectadas. Para una lista, basta consultar los planes quinquenales chinos o los sectores donde Estados Unidos intenta poner palos en las ruedas de la innovación de otros. Pero hay buenas noticias. Lo que verdaderamente sabemos ahora mismo es que ni China ni EEUU van a ganar en todas estas tecnologías y sectores. Si esto es así, y en un mundo que es ya multipolar, parece lógico que regiones relativamente modestas en tecnología como Europa apuesten por algunos ámbitos donde ya estamos bien posicionados. Y esto siempre se ha llamado política industrial.

La segunda cuestión es que, contra lo que pudiera parecer, no es una carrera que se vaya a dilucidar mañana. Hay sectores donde se necesita educar talento, cuantiosas inversiones, acertar con la trayectoria tecnológica y llevar a cabo profundas consideraciones éticas. Es el caso de la transición energética, las comunicaciones cuánticas o la neuro-biotecnología. Se trata de tener una hoja de ruta de largo plazo e independiente de los vaivenes políticos. Ya que en Europa somos la tortuga frente a los Aquiles, al menos seamos constantes.

ALICIA GARCÍA HERRERO | Economista Jefe para Asia Pacífico en NATIXIS e investigadora asociada para Bruegel (Bruselas). @Aligarciaherrer

A estas alturas no cabe duda de que EEUU y China se han embarcado en una guerra tecnológica que, en el caso de EEUU, busca mantener la hegemonía mundial y, en el de China, arrebatarla. La tecnología es clave no solo porque está asociada al dominio económico sino también al militar. China lleva años acelerando su convergencia, económica y tecnológica, con EEUU, pero muchos piensan que el giro llevado a cabo por el presidente, Xi Jinping, en búsqueda de la autosuficiencia en el ámbito tecnológico gracias a inversiones gigantescas en los sectores donde la economía china sufre los mayores cuellos de botella, no es sostenible ni eficaz.

La evidencia con la que contamos hasta la fecha no parece darnos una respuesta definitiva a la pregunta “¿Quién ganará la carrera tecnológica?”. Por un lado, EEUU sigue anunciando innovaciones radicales, como puede ser el caso de la inteligencia artificial generativa, y tiene aún el control de sectores clave como puede ser el de los semiconductores y, en concreto, el diseño de los mismos que es lo que tiene mayor valor añadido. China, por su parte, está avanzado en muchos terrenos, en particular en uno que compite directamente con Europa como son los automóviles, especialmente en los eléctricos y, en breve, en el sector aeroespacial y nuclear. Las medidas que Washington está tomando para ralentizar el ascenso tecnológico chino, como puede ser la prohibición de exportaciones de semiconductores, no solo por parte de EEUU, sino también de Japón y Europa, son ejemplos claros de esta presión.

En este sentido, un punto interesante de reflexión, más allá de quién gana esta carrera tecnológica, es quién la pierde y ahí, sin duda, hay que reflexionar sobre quién no está en esa carrera mientras que, en un pasado cercano, habría podido estar en ella. Estos países son los de la Unión Europea, pero también Japón y, en menor medida, Corea de Sur. Todos ellos ven cada vez más supeditado su avance tecnológico a las limitaciones impuestas por la competencia estratégica entre Washington y Pekín. La manera en la que ambos limitan nuestro campo de acción es diferente. EEUU obliga a sus aliados, incluyendo la UE, a reducir su transferencia tecnológica hacia China, mientras que Pekín amenaza con medidas coercitivas que limitarían el acceso al mercado chino a los europeos, entre otros.

En resumen, mientras que no sabemos quiénes son los ganadores de la rivalidad tecnológica entre EEUU y China, sí parece claro quiénes son los perdedores, en concreto la UE, Japón y Corea del Sur, todas potencias tecnológicas medias que están atrapadas entre dos fuegos.

ANDRÉS ORTEGA | Escritor y analista. @andresortegak

Sin duda hay una carrera tecnológica entre Estados Unidos y China. Hay otros jugadores en el presente y aún más en el futuro, como son Europa (Reino Unido incluido) e India. Esta ya no es solo una carrera entre Estados, sino cada vez más entre empresas, aunque muchas de ellas se nutran de investigaciones y fondos desde lo que Marianna Mazzucato llamó el “Estado emprendedor”. Hoy, la carrera tecnológica, desde los chips al espacio, pasando por la biotecnología, está mucho más privatizada que antes en la historia, aunque todos están aportando grandes inyecciones de dinero público. Hay cosas –dispositivos y servicios– a los que no llega el Estado, aunque los impulse; desde los centros de datos, a satélites para internet como lo de Starlink desplegados por Elon Musk, sin los que los ucranianos habrían perdido capacidad de comunicación en la guerra con Rusia, a las vacunas de ARN mensajero u otras.

Y sí, las multinacionales de la tecnología tienen nacionalidad. Si tomamos las 10 principales empresas de tecnología del mundo, las cuatro primeras son estadounidenses (Apple, Alphabet, Microsoft y Amazon); la quinta coreana (Samsung); la sexta, la china Tencent; seguidas de otras cuatro estadounidenses: Meta, Cisco, Oracle y Broadcom.

Esto podría indicar que la carrera tecnológica la está ganando EEUU. Pero China va por delante en publicación de papers científicos, patentes registradas, 5G (donde Huawei es líder). Y aunque retrasada en fabricación de chips de última generación, China va adelantada en el desarrollo y venta de vehículos eléctricos, placas solares y molinos para la energía solar y eólica. Asimismo, todos andan metidos en una carrera por el espacio, en buena medida privatizada. No cabe olvidar cómo una red social de capital chino, TikTok, se ha ganado el favor de los adolescentes (y otros) de medio mundo. Ganará quién tenga más capacidad de innovar; es decir, de inventar, desarrollar y comercializar. La carrera está abierta, y lo seguirá pues se basa en la interdependencia.

ALICIA RICHART | Directora general para España y Portugal en Afiniti. @AliciaRichart

Estados Unidos y China viven una guerra comercial por la hegemonía global. Este es un proceso a muy largo plazo, de desgaste. De momento ninguno está sufriendo lo suficiente como para ceder en lo fundamental. En sus 5.000 años de historia, China ha pasado por momentos de esplendor y por otros de declive. EEUU, en cambio, es un país de 250 años que solo ha ido en ascenso desde su nacimiento, y que permanece en la cúspide del poder mundial desde hace un siglo. Esto plantea la cuestión de la desconexión de las dos economías. Por un lado, muchas empresas estadounidenses se han ido, o están pensando en irse, de China hacia otros países asiáticos o hacia México, al considerar que su presencia en China supone un riesgo político. Por otro lado, si se rompen las cadenas de valor que vinculan a los dos países podríamos entrar en un escenario de vulnerabilidad por la disminución de la globalización.

En este contexto, Europa, que se está quedando claramente rezagada en la carrera tecnológica, se enfrenta a tres desafíos simultáneos: el debilitamiento del proceso de integración, con fenómenos como el Brexit o el auge de fuerzas nacionalistas euroescépticos; el deterioro de la relación transatlántica con medidas como la Inflaction Reduction Act de Joe Biden, y la vuelta a una política de poder de las grandes potencias en la que Europa tiene peores cartas que en la situación anterior.

Para Europa, Pekín y Washington no están en el mismo plano. China es un gran socio comercial de los europeos y existen áreas de colaboración en materias como la lucha contra el cambio climático. EEUU es un aliado del que siempre estaremos más cerca en términos de seguridad y de valores.

Respecto a la tecnología, el primer desencuentro ha sido por el 5G. A finales de la década pasada, ninguna empresa estadounidense podía competir con empresas chinas (Huawei, ZTE) o europeas (Nokia, Ericsson). La política europea de competencia ha evitado que en Europa surgiese un actor predominante, lo que ha afectado a la consolidación del sector de telecomunicaciones, que ahoga las inversiones. La realidad es que Europa está perdiendo la carrera tecnológica frente a ambos bloques.

ANDREA RIZZI | Corresponsal de Asuntos Globales en El País. @and_rizzi

¿Quién ganará la carrera tecnológica? La pregunta es de una importancia tan trascendental que la respuesta será, con toda probabilidad, el factor más decisivo en la definición de la potencia hegemónica del siglo XXI. La tecnología es un elemento determinante en el balance de fuerzas global desde hace siglos. Pero el extraordinario acelerón del conocimiento científico y técnico, así como de sus aplicaciones en un abanico de sectores cada vez más amplio y con un creciente alcance estratégico, hace que la traducción de la ventaja tecnológica en poderío económico y militar sea más potente que nunca.

Responder de forma tajante a la pregunta es un ejercicio de alto riesgo, pero se pueden aportar claves. Claramente, es un pulso entre EEUU y China, ya que la UE se halla muy rezagada y ninguna de las potencias medias da muestras de poder alcanzar a las mayores. En ese pulso bipolar, es evidente que China está acortando distancias. Un reciente estudio del Instituto Australiano de Políticas Estratégicas señala que Pekín ha alcanzado una situación de primacía en el segmento de la investigación en sectores tecnológicos de especial interés. Pero el valor de las publicaciones o la atracción de talento no es suficiente: es necesaria la capacidad de traducir eso en avances reales. En algunas áreas, China lo ha logrado; en otras, importantes, está por ver. EEUU retiene la fuerte ventaja de su conglomerado de Defensa, con décadas de experiencia, un entorno empresarial vibrante, universidades atractivas, una inigualada red de alianzas. No conocemos la respuesta, pero sabemos que la pugna será, cuando menos, descarnada.

ANDREA G. RODRÍGUEZ | Analista principal de Política Digital en el European Policy Centre (Bruselas). @agarcod

En los últimos años se han dibujado varias tendencias decisivas en la carrera tecnológica. La primera es la mayor conectividad. Países con mayor número de personas utilizando servicios digitales, como China, uno de los países más poblados del mundo, y con un mayor número de personas en carreras STEM parten con ventaja. Es por ello por lo que la Unión Europea está terminando un nuevo marco regulatorio para conseguir fomentar la reutilización de datos compartidos y ha hecho de 2023 el Año Europeo de las Competencias. La segunda tendencia es la participación en las cadenas de valor globales. Aquí se juntan, por una parte, la necesidad de poner en marcha nuevas políticas industriales que ayuden a los países a reducir su nivel de dependencia exterior y la inversión en tecnologías emergentes. Por último, una tercera tendencia es la mayor capacidad estratégica. Cada vez más países en el mundo tienen estrategias dedicadas a la mejora de las capacidades y de la infraestructura digitales, como inversiones en la nube o 5G. Sin duda, el país que reúna estos tres puntos será capaz de ser más innovador dentro de sus fronteras y competitivo internacionalmente.

https://www.politicaexterior.com/agenda-exterior-quien-ganara-la-carrera-tecnologica/ 

La guerra tecnológica entre EEUU y China obliga a la industria y a los aliados a tomar decisiones difíciles

Las nuevas restricciones estadounidenses marcan un cambio radical en la competencia tecnológica entre EEUU y China, ampliándose más allá del ámbito militar. Podría ser el comienzo de dos ecosistemas de semiconductores completamente separados. Europa podría verse tentada a formar parte de ambos.
Rebecca Arcesati y Antonia Hmaidi
 |  3 de noviembre de 2022

Estados Unidos ha puesto en marcha las restricciones más severas a los flujos de tecnología hacia China desde la guerra fría. Los nuevos controles a la exportación pretenden impedir que empresas estadounidenses y extranjeras suministren a entidades chinas chips de alta gama y las herramientas, la tecnología y el software necesarios para diseñarlos y producirlos. Las medidas están destinadas a las unidades de procesamiento gráfico (GPU, por sus siglas en inglés) y a otros chips para la supercomputación y la inteligencia artificial (IA). Con ellas se pretende paralizar la capacidad de China no solo para obtener semiconductores modernos, sino también las máquinas y el talento para fabricar los suyos. Como dijo el asesor de seguridad nacional de EEUU, Jake Sullivan, Washington pretende ahora “mantener la mayor ventaja posible” en tecnologías de base como la IA. Las ramificaciones serán profundas.

 

Reducción de las capacidades de China en áreas punteras

La medida marca un cambio radical en la competencia tecnológica entre EEUU y China. Hasta ahora, Washington restringía tecnologías específicas con claros usos finales militares. Los nuevos controles parecen suponer un alejamiento de la doctrina de “small yard, high fence” (literalmente patio pequeño, valla alta). Ahora, el objetivo es frenar a China convirtiendo en armas los cuellos de botella de los chips de IA, el software de automatización del diseño electrónico, los equipos de fabricación y sus componentes. Washington apuesta por que el coste a corto plazo de la pérdida de ventas se verá eclipsado por el daño a largo plazo a la capacidad de innovación de China. Esto se debe a la aprobación de la Ley de Chips y Ciencia estadounidense, que ofrece incentivos a la industria de los semiconductores para relocalizar sus cadenas de suministro en suelo estadounidense.

El cambio de política fue impulsado por la evidencia de que las ventas de chips a empresas chinas han estado favoreciendo al desarrollo militar de China — incluidos sus programas de armas nucleares e hipersónicas­— y a las iniciativas de vigilancia. Fue una respuesta a la estrategia de Pekín de fusión militar-civil, que busca convertir la IA comercial en aplicaciones militares. Washington parece decidido a congelar el desarrollo de los semiconductores chinos a los niveles actuales y a limitar el progreso de la IA del país, afectando a los usuarios finales y a las aplicaciones comerciales si es necesario. A través de la llamada “lista no verificada”, el departamento de Comercio puede ahora también incluir automáticamente en una lista negra a las empresas chinas de las que se sospecha que tienen vínculos militares o policiales, en caso de incumplimiento de las inspecciones.

 

Incertidumbre para las empresas de Europa y Asia Oriental

Dada la complejidad de las cadenas de valor, la medida unilateral de EEUU también causará algunos trastornos a las empresas de chips europeas y del este de Asia. Si quieren vender determinados artículos informáticos avanzados fabricados con tecnología estadounidense a entidades chinas, ahora tendrán que solicitar una licencia de acuerdo con las normas estadounidenses sobre Productos Directos en el Extranjero (FDP, por sus siglas en inglés). También necesitarán una licencia para vender tecnología sujeta a los controles de EEUU a 28 empresas chinas que figuran en la actual lista de entidades del departamento de Comercio, el foco de las restricciones comerciales de EEUU desde 2019.

 

«Dada la complejidad de las cadenas de valor, la medida unilateral de EEUU también causará algunos trastornos a las empresas de chips europeas y del este de Asia»

 

Aunque la aplicación exacta de algunas de las disposiciones sigue sin estar clara, las empresas europeas tendrán que elegir entre someterse al nuevo planteamiento de EEUU o intentar evitarlo, por ejemplo, mediante un cortafuegos entre sus negocios en China y EEUU. Por ejemplo, el negocio de automatización del diseño electrónico de Siemens, con sede en EEUU, parece que se verá afectado. La empresa holandesa ASML, líder mundial en equipos de fotolitografía de semiconductores, obtuvo en 2021 el 15% de sus ingresos en China. La empresa ha prohibido a sus empleados estadounidenses trabajar en proyectos destinados a China.

Sin embargo, es importante evaluar cuidadosamente el impacto total de las nuevas normas de EEUU. Aunque Washington lleva tiempo intentando presionar a La Haya para que retenga las licencias de exportación de ASML, incluso para su línea de productos no punteros, la empresa dijo que espera un impacto limitado de los nuevos controles, dado que sus máquinas contienen poca tecnología estadounidense.

https://www.politicaexterior.com/la-guerra-tecnologica-entre-eeuu-y-china-obliga-a-la-industria-y-a-los-aliados-a-tomar-decisiones-dificiles/

 

La tentación de Europa de vender a Oriente y Occidente

Al aprovechar su jurisdicción de brazo largo y su posición dominante en la tecnología de semiconductores, Washington es consciente de que está alienando a aliados y socios en Europa y Asia. Intentó coordinar los controles del sector de los semiconductores con Bruselas, La Haya, Tokio, Taipéi y Seúl por diversos medios. Tras fracasar en su intento de conseguir la adhesión de estas capitales, el presidente de EEUU, Joe Biden, optó por un impulso unilateral. Pero a menos que una amplia coalición acuerde alinearse con estas nuevas restricciones, EEUU podría perjudicar a su industria de semiconductores a largo plazo. Solo puede hacer cumplir sus normas sobre el FDP con la ayuda de los gobiernos aliados, y existen alternativas europeas y del este de Asia a algunas tecnologías estadounidenses. ¿Y si estas regiones optan por que los semiconductores sigan como hasta ahora con China?

Los nuevos controles de exportación de EEUU supondrán un duro golpe para la industria china de chips. Pero a largo plazo, también pueden reforzar los esfuerzos de China por construir una cadena de suministro de semiconductores nacional. Aunque en un principio no podría competir con los líderes de la industria mundial, Pekín ha demostrado en el pasado que está dispuesta a pagar un alto precio por el objetivo estratégico de la autosuficiencia tecnológica, y es probable que su interés por la tecnología europea de chips de gama alta también aumente. Dada la importancia de China para muchas empresas de chips no estadounidenses, el mundo podría incluso acabar dividido en dos ecosistemas de semiconductores distintos. Europa podría verse tentada a formar parte de ambos, aunque el éxito dependería de cómo EEUU aplique ahora sus nuevas normas.

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https://intafuturo.blogspot.com/2023/04/la-competicion-tecnologica.html

"Sholz empeñado en quiere impulsar el Acuerdo de Inversión UE-China cuando la propia UE definió al coloso asiático como “rival sistémico”. Facilitar la entrada de los chinos en la economía europea y aumentar su dependencia de ellos es una disparate" L.BdeQ

"El conocimiento y la innovación exigen in marco institucional, entre otras cosas libertad de pensamiento y de investigación, que China no tiene " L BdeQ

https://articulosclaves.blogspot.com/2023/04/la-disyuntiva-de-europa-sobre-china.html

https://articulosclaves.blogspot.com/2023/04/seis-prioridades-para-reducir-riesgos.html

 

 

 

 
 

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